viernes, 8 de septiembre de 2017

OLIVER SACKS: UNA MENTE MARAVILLOSA



Jesús A. Salmerón Giménez



In memoriam
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, quien fuera nuestro Antropólogo en Marte, el de los imposibles Despertares, el hombre que nos acompañó con una sola pierna al fondo de las complejidades de la mente humana, el magnífico escritor de los neurorrelatos (casos clínicos que, como un prodigioso alquimista, transmuta en pequeñas joyas literarias) basándose en su experiencia con pacientes y en vivencias que experimentó a lo largo de su vida. Sacks, considerado por algunos como el neurólogo más famoso del mundo, desarrolló también otras pasiones (Botánica, Química, pero también este extraordinario ser humano que fue Oliver Sacks, llegó a ser campeón nacional de halterofilia, culturista y corrreoso motero de los Ángeles del Infierno).

Este eminente científico y formidable humanista (nos describió cada caso –extraordinarios, extraños– en el contexto de la vida personal del paciente: Oliver Sacks no nos habla de enfermedades sino de personas, siempre), dedicó  libros al síndrome de Tourette, a las alteraciones en la visión del color, al mundo de los sordos, a las alucinaciones, la música y el cerebro... (Alguno de sus libros se han llevado al cine, como Despertares, la película protagonizada por Robert De Niro y Robin Williams).





Sin embargo, es él El tío Tungsteno, su autobiografía, el libro que más hondamente me ha impresionado de toda su obra y también de todos los que he leído. Lo leí hace 12 años, y está fresco, como recién escrito en mi memoria. El libro es una colección de recuerdos del joven Sacks, sus aficiones científicas, su vida familiar y sus ensoñaciones sobre el mundo que le esperaba:

Cuando tenía seis años estalla la Segunda Guerra Mundial, y es enviado a un internado en el campo (un infierno dantesco de hambre y penurias, regido por un sádico director que torturaba y abusaba a sus alumnos. No es de extrañar su admiración temprana  por Dickens). Cuando regresa a Londres, encuentra su salvación en el mundo de la ciencia: su tabla de naúfrago es una  pequeña barra de tungsteno (su tío Dave, "el tío Tungsteno", dueño de una fábrica de bombillas eléctricas es quien lo inicia en la ciencia). "Y así, totalmente absorto en la física y la química, el adolescente va descubriendo el mundo experimento a experimento y construyéndose un peculiar paraíso intelectual, donde sus héroes son Lavoisier, Marie Curie, Mendeleev y su tabla de los elementos periódicos").
El amor, la pasión por la ciencia: Los primeros años de formación de un científico, de un científico prodigioso.

Descanse en paz.

(Escrito el 30/08/15)


                             © Jesús A. Salmerón Giménez

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