Rosa Campos Gómez
Entramos en tiempo de manzanas, huele la proximidad del otoño. Es hora de volver con estas notas que nos acercan.
La vida tiene profundidad
y extensión de río que pasa por los humanos regándonos unas veces, y otras
inundándonos con su agua pudiente. Y si no es así, si no nos moja en nuestros distintos grados de permeabilidad, es que somos como un paraje yermo.
Y con ese fluir volvemos, tras
este verano –todavía no concluido– que, como colectivo social, nos ha sido
duro, inundándonos con el dolor por los sucesos trágicos en
Barcelona, Cambrils, Yemen, Siria, Mar Mediterráneo..., por la violencia de
género…, cada uno con su particular dimensión y efecto de demente causa –no distanciándose, por desgracia, de los padecidos en otra estación del año–; duro y en cierto modo mullido por las respuestas de humanismo paliativo y de denuncia
que nos abren compuertas de esperanza.
Meses de estío que, además, nos han ido regando con contenidos especiales bebidos en su momento, siendo grato pasto para el enérgico recuerdo.
En esta nueva andadura, en la que pronto nos convocará la ración de frío que la naturaleza nos depara, seguimos caminando con el calor de la amistad, de nuevas lecturas sobre el río de la vida. Un placer seguir encontrándonos.
© Rosa Campos Gómez
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