sábado, 18 de marzo de 2017

LA MÚSICA QUE ME ENCUENTRA: JAKE BUGG

Sara Alarcón



Me enteré de la música que hacía Jake Bugg a los 18 años, a las pocas semanas de irme a Madrid para estudiar; fue una compañera de la carrera quien me habló de este cantante y compositor inglés – de indie y  folk rock–. Era el momento en que empezaba a ser conocido, acababa de sacar su primer single, Lightning bolt.

Me gustó porque sus temas  tenían cierto parecido con los guiones de la serie británica Skins, a la que yo era aficionada por entonces –desde que hacía Bachillerato–, que escenificaba un mundo tan cercano a mí por la edad, y tan lejano en cuanto a circunstancias, expresando otras perspectivas de lo que sucedía ahí afuera; y también porque me recordaba a la célebre novela –y posteriormente película–, Trainspotting.

Jake Edwin Kennedy nació el 28 de febrero de 1994 en Clifton, antiguo señorio, ahora zona suburbial de Nottingham (Inglaterra).  No tuvo una niñez fácil. Comenzó a componer y grabar sus propios temas a los 12 años, después de escuchar Vincent, de Don McLean, en un episodio de Los Simpsons. Antes de ser conocido como Jake Bugg formaba parte de un grupo llamado The Rubiks. 

Dejó los estudios muy pronto para dedicarse a la creación musical, camino acertado si vemos el éxito y el reconocimiento global que tiene. Confiesa en sus entrevistas –y en  un documental biográfico que se publicará  próximamente–, que ha consumido drogas, y que ha visto como amigos de su barrio no han salido de ese mundo destructivo. 

Recordemos que el joven cantante nació en Nottingham, de donde es Robin Loxley, personaje épico que inspiró la leyenda de Robin Hood, defensor de los pobres y oprimidos.


Escribe en “Two Fingers”: Run down some dark alleys in my own head (Corro por algunos callejones oscuros en mi propia cabeza)./ Something is changing (Algo está cambiando).

Su letra favorita de un tema musical pertenece a One of Us Cannot Be Wrong,  de Leonard Cohen, y la primera canción que aprendió a tocar fue Mad World, de Gary Jules. "De los últimos diez años la banda que más me ha influido ha sido Arctic Monkeys, sin duda, pero disfruto también mucho escuchando a Robert Johnson, Donovan o The Beatles", dice, y que le gustaría vivir en la atmósfera de la película Tenacious D. y alaba sus canciones, también que su banda sonora favorita es la de Blade Runner; que le encanta el álbum Rosetta, de Vangelis… Y es que la música –a él como a todos los que la amamos– te acompaña, te descubre y te aporta eso que en tu propia soledad te hace sentir arropado, calmado o alterado, depende de la canción o del estilo.

Ha publicado los álbumes Jake Bugg (2012),  Shangri La (2013) y On My One (2016). La canción que prefiere de su último álbum es “The Love We're Hoping For”, de ella dice que  “es probablemente mi canción favorita porque es la más oscura (…). Cuando estaba escribiéndola, estaba pensando en alguien que era muy solitario… Conocí a unas cuantas personas así.”


        Imagen del videoclip The Love We’re Hoping For  (Jake Bugg: 2016)

Sus temas –casi siempre vinculados a la clase obrera– son intimistas, maduros para la edad en que los ha compuesto, trágicos a veces, sarcásticos, juveniles… Propios, y por lo tanto diferentes.

 Su último disco demuestra que está, que está vivo, a menudo dolido, pero en su camino, ese en el que quizá hace años no lo estaba y andaba buscando. Gracias, Jake Bugg, por estar en nuestro panorama musical.


                            Love, Hope And Misery:



                           Tuesday Morning:




                         Man On The Moon





 © Sara Alarcón
 


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