martes, 28 de marzo de 2017

MIGUEL HERNÁNDEZ, EL RAYO QUE NO CESA


Jesús A. Salmerón Giménez

Desde el albor de mis primeras lecturas, la figura extraordinaria de Miguel Hernández habita mi memoria. En El Caimán, le dediqué un poema (de los primeros que escribí: más malo que el baladre, pero de verso emocionado). Aquel joven, así lo ha conservado el ámbar de su temprana muerte, que fue recibido en la encanallada Corte de Madrid con el desprecio bíblico que reserva la ciudad al campo, nos dejó algunos de los poemas más hondos y memorables de las letras castellanas. Pero en aquel remoto entonces se imponía su figura de hombre del pueblo (y de pueblo), de activista político y social. Su incendiaria poesía política, de rotundo verso popular, su poesía de trinchera, donde refulge siempre la belleza y encrespa la rebeldía, era para nosotros, bisoños militantes antifranquistas, más que nada eslóganes que nos empujaban, y jaleaban, a la lucha final: Hermosos mensajes, preñados de furor y dignidad, de nuestro santo laico y rojo, el rústico mártir que sufrió como nadie el odio de clase que anida en el podrido corazón del fascismo, que lo mató de cárceles y palizas. Con la inmensa Elegía a Ramón Sijé y el hondo desgarro de Cancionero y romancero de ausencias, aprendimos a quererlo y besar su noble calavera, y supimos que nos encontramos ante una de las cumbres poéticas de la literatura española.

Y tal vez deberíamos aprovechar este 75 aniversario de su muerte para despojarlo de esa imagen de hombre inocente, rústico de alpargatas, de su aura de buen salvaje de la le(n)gua, que prevalece todavía hoy en el imaginario de muchos, y por fin leerlo como lo que es: una de las voces más auténticas, uno de los poetas con mejor dominio de lenguaje y de las formas poéticas en la lengua española.

Como breve adelanto de la necesaria y urgente nueva lectura que propongo de la obra del genial oriolano, dejo aquí estos intensos/inmensos poemas, armados con versos como espadas: sencillos, cercanos, tristes, hondos, que entretejen y alumbran un poemario maravilloso (y dolorido), que vuela alto: en la cumbre de la poesía española:


     ANTES DEL ODIO

     Beso soy, sombra con sombra.
     Beso, dolor con dolor,
     por haberme enamorado,
     corazón sin corazón,
     de las cosas, del aliento
     sin sombra de la creación.
     Sed con agua en la distancia,
     pero sed alrededor.

     Corazón en una copa
     donde me lo bebo yo
     y no se lo bebe nadie,
     nadie sabe su sabor.
     Odio, vida: ¡cuánto odio
     sólo por amor!

     No es posible acariciarte
     con las manos que me dio
     el fuego de más deseo,
     el ansia de más ardor.
     Varias alas, varios vuelos
     abaten en ellas hoy
     hierros que cercan las venas
     y las muerden con rencor.
     Por amor, vida, abatido,
     pájaro sin remisión.
     Sólo por amor odiado,
     sólo por amor.

     Amor, tu bóveda arriba
     y no abajo siempre, amor,
     sin otra luz que estas ansias,
     sin otra iluminación.
     Mírame aquí encadenado,
     escupido, sin calor,
     a los pies de la tiniebla
     más súbita, más feroz,
     comiendo pan y cuchillo
     como buen trabajador
     y a veces cuchillo sólo,
     sólo por amor.

     Todo lo que significa
     golondrinas, ascensión,
     claridad, anchura, aire,
     decidido espacio, sol,
     horizontealeteante,
     sepultado en un rincón.
     Esperanza, mar, desierto,
     sangre, monte rodador:
     libertades de mi alma
     clamorosas de pasión,
     desfilando por mi cuerpo,
     donde no se quedan, no,
     pero donde se despliegan,
     sólo por amor.

     Porque dentro de la triste
     guirnalda del eslabón,
     del sabor a carcelero
     constante, y a paredón,
     y a precipicio en acecho,
     alto, alegre, libre soy.
     Alto, alegre, libre, libre,
     sólo por amor.

     No, no hay cárcel para el hombre.
     No podrán atarme, no.
     Este mundo de cadenas
     me es pequeño y exterior.
     ¿Quién encierra una sonrisa?
     ¿Quién amuralla una voz?
     A lo lejos tú, más sola
     que la muerte, la una y yo.
     A lo lejos tú, sintiendo
     en tus brazos mi prisión,
     en tus brazos donde late
     la libertad de los dos.
     Libre soy. Siénteme libre.
     Sólo por amor.


     DESPUÉS DEL AMOR

     No pudimos ser. La tierra
     no pudo tanto. No somos
     cuanto se propuso el sol
     en un anhelo remoto.
     Un pie se acerca a lo claro.
     En lo oscuro insiste el otro.
     Porque el amor no es perpetuo
     en nadie, ni en mí tampoco.
     El odio aguarda su instante
     dentro del carbón más hondo.
     Rojo es el odio y nutrido.

     El amor, pálido y solo.

     Cansado de odiar, te amo.
     Cansado de amar, te odio.

     Llueve tiempo, llueve tiempo.
     Y un día triste entre todos,
     triste por toda la tierra,
     triste desde mí hasta el lobo,
     dormimos y despertamos
     con un tigre entre los ojos.

     Piedras, hombres como piedras,
     duros y plenos de encono,
     chocan en el aire, donde
     chocan las piedras de pronto.

     Soledades que hoy rechazan
     y ayer juntaban sus rostros.
     Soledades que en el beso
     guardan el rugido sordo.
     Soledades para siempre.
     Soledades sin apoyo.

     Cuerpos como un mar voraz,
     entrechocado, furioso.

     Solitariamente atados
     por el amor, por el odio.
     Por las venas surgen hombres,
     cruzan las ciudades, torvos.

     En el corazón arraiga
     solitariamente todo.
     Huellas sin compaña quedan
     como en el agua, en el fondo.

     Sólo una voz, a lo lejos,
     siempre a lo lejos la oigo,
     acompaña y hace ir
     igual que el cuello a los hombros.

     Sólo una voz me arrebata
     este armazón espinoso
     de vello retrocedido
     y erizado que me pongo.

     Los secos vientos no pueden
     secar los mares jugosos.
     Y el corazón permanece
     fresco en su cárcel de agosto
     porque esa voz es el arma
     más tierna de los arroyos:

     «Miguel: me acuerdo de ti
     después del sol y del polvo,
     antes de la misma luna,
     tumba de un sueño amoroso».

      Amor: aleja mi ser
      de sus primeros escombros,
      y edificándome, dicta
      una verdad como un soplo.

      Después del amor, la tierra.
      Después de la tierra, todo.


                                     © Jesús A. Salmerón Giménez





domingo, 26 de marzo de 2017

LA ENERGÍA DE MARÍA ANTONIA ZAMORANO





 Rosa Campos Gómez



En las artes plásticas, la sucesión vanguardista –el ser de las vanguardias está en la novedad sucesora– tiene a la cabeza a mujeres creadoras desde hace años, independientemente de la mayor o menor fama alcanzada, que eso es harina de otro costal. Entre ellas está María Antonia Zamorano, pintora y escultora ciezana  afincada en Madrid; la formación a la que ha ido accediendo pone de manifiesto la energía de su voluntad: ha completado estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia, y de Bellas Artes y Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid.

La línea, ha ido marcando en gran medida su expresión artística, ya desde la fibra de esparto, desde el hilo



 o desde la silueta definitoria de multitudes figurativas que va trazando un lápiz, un pincel…



En su tesis doctoral, titulada La Línea sin límites: la tridimensionalidad del dibujo, nos habla de este concepto aplicado también por mujeres y hombres significativos dentro de las BB AA, partiendo de Jannis Kounellis, que dejó una huella profunda en su proyección creadora  tras asistir a un curso impartido por este artista griego.

 “Esta investigación es, más que nada, un trabajo reflexivo basado en la observación de las obras de arte en cuya creación participa la línea. El tema surge como un interés personal en el conocimiento sobre diversos aspectos relacionados con el dibujo, y la percepción de la línea como un arma poderosa con capacidad de transformar el mundo”, dice Zamorano en la introducción de su tesis, obra en la que podemos descubrir numerosos aspectos de las diferentes formas expresivas que envuelven a la plástica con el nexo multiforme de la línea.

Su obra ha sido expuesta en diferentes puntos geográficos; en Cieza lo ha hecho  en el Aula Cultural de CajaMurcia, en el Museo de Siyâsa y en la sala `La Algorfa´ del Hotel San Sebastián. 





 De su última muestra que llevaba por título Memoria celular, una innovadora y atrevida exposición que aunaba escultura, pintura e instalación escribí:

 “Los creadores plásticos  buscan dar un significado, a través de la forma, a  aquello que sienten, que piensan, y desde ese continente creado emiten lo que les habita en el interior. Zamorano así lo ha querido en `Memoria Celular´, donde espartos e hilos han sido sus dúctiles cómplices, para narrar visualmente sus tiempos del ayer y del hoy. A partir de ellos ha configurado su particular lenguaje  desde el que evoca los sonidos, también los olores y los sabores de sus años vividos en el pueblo, compartidos con familia y vecinos –habitantes de  casas de puertas abiertas que daban vida a las calles–, transmisores de historias esparteras, hacedores de sonidos que se escabullían tras las cortinas de colores densos, cucharas que al chocar con el plato musicaban el ambiente, cuando ya era medio día. Cortinas que, en las salas que hoy acoge la exhibición, se han transformado  en un animal doméstico –un  pequeño cerdo cosido a mano con pezuñas de esparto– a cuyo lado se expone un plato y un cubierto como reminiscencias de aquellos acordes de antaño que hablaban de rituales hogareños, y que solo a través de la débil corporeidad de una cortina podían ser diáfanamente escuchados.

Formas de frutas pulposas e indefinidas –y sin embargo propicias a atribuirles un nombre según la semejanza subjetiva que el espectador  presienta–, mostradas desde su particular luz en redondo paño negro, extendido sobre el enlosetado antiguo del suelo de la sala abovedada, aportando un complemento artístico perceptible ya desde la primera ojeada.  Formas agrícolas, escultóricas, a través de las cuales la autora anhela detener el tiempo, hacer de ellas producto imperecedero, tal y como se establecen en su memoria, esa que célula a célula le da identidad.

La pintura tiene también cabida: depositada en pequeñas dosis ha originado dibujos, según explicó Zamorano, surgidos por el efecto vibratorio de palabras como amor, juego o muerte  entre otras; basándose para ello en unos experimentos con el agua, llevados a cabo por el japonés Masaru Emoto. 

Pleita dando forma a una caracola, la misma que desde las fotografías mece una bailarina al ritmo sensorial que la memoria implica. Desde el techo “lía”, delatora de un trabajo, nunca pagado a su justo precio, hecho por mujeres.

Y la presencia de la  labor realizada fundamentalmente por manos femeninas sigue representada ahora en el `Manto nº 1´, la gran tela blanca en la que ha cosido  unos círculos multicolores, proponiendo, como un juego interactivo, participar a cualquier espectadora que lleve y cosa un retazo de ese individual tejido, como símbolo de una  tarea que las unía. Una  silla baja, y un costurero forman parte de esta instalación que nos retrotrae a un ayer no tan lejano, en el que a la mujer se le asignaba un determinado y limitante rol social, pero que a pesar de ello sabía sacarle partido al tiempo y formar parte del equilibrio emotivo y económico familiar.

  La manifestación artística  posee muchos rostros, aquí  vemos líneas frágiles y no obstante fuertes, corrientes y  conocidas, con el extracto poético de lo cotidiano, de eso que se puede antojar pequeño, pero que con cierto recorrido vital vemos que contiene esencia, la anidada por unas gentes con unas determinadas características, que esta exposición  nos las acerca a su particular manera. Es el sentimiento  de unas experiencias que caben en unas células, y que pasan a tomar cuerpo y concepto a través de las manos y la mente de Mª Antonia Zamorano.”

Actualmente continúa innovando en la imagen, la serie Herramientas singulares, en la que la abstracción comunicada desde la técnica de la acuarela genera elegantes formas, da cuenta de ello:

 

Escribe en otro apartado de su tesis: 

“Hemos pretendido demostrar que el dibujo posee una doble función, la de comprender el mundo y la de crearlo y transformarlo, por medio de la tridimensionalidad; y esto lo podemos ver y comprobar a través de nuestros propios dibujos. A través de ellos comprendemos, en primer lugar que el dibujo da pistas de cómo es nuestro mundo interior abriendo una ventana desde fuera en la que podemos observarnos en confabulación con el universo”.

Como en los dibujos, en la vida hay un hilo (línea) conductor que nos define, así observamos que si la energía de la creatividad interior de Mª Antonia Zamorano se manifiesta en una estética particular, donde la belleza de lo sentido emerge para trazar formas, también lo hace en su construcción personal, donde claramente se pronuncia la energía de la línea que va trazando su vida.



  © Rosa Campos Gómez


miércoles, 22 de marzo de 2017

CREEDME

Pedro Diego Gil López



CREEDME

Creedme cuando digo
que el agua me pertenece,
que mi amor es de agua
y mis pensamientos
una corriente de agua son.

Es agua lo de mi voz,
agua es lo que hay en mis ojos,
mis labios, la pura agua que besa
la boca, fuente de la pasión.

Y mis manos el agua vierten
a arpadas sobre la frente,
atusándome los cabellos
hasta perder la razón.

Creedme cuando os digo
que solo hay agua en mi corazón.




                                   © Pedro Diego Gil López

martes, 21 de marzo de 2017

PAISAJE, POESÍA

Rosa Campos Gómez
 


Cieza ahora está chorreando poesía por sus ramas… Su paisaje es el mejor delator de este lenguaje que cala como una almarada de cálida miel, cuya esencia las abejas, afanadamente ágiles, extraen de flores como las que por miles se expanden por él, para decirnos que el color, con su pluralidad,  existe. La tierra cultivada por los agricultores, hombres y mujeres que laboran sabiamente la madre de todas las culturas, nos lo está diciendo a bocanadas de gracia.

Imagen tomada  de CAF
(página que contiene buenas fotografías)

En este Día Mundial de la Poesía, poesía de queridos y grandes autores (compañeros del Grupo de Literatura `La Sierpe y el Laúd) que han habitado y habitan este espléndido paisaje local:


Manuel Dato (Cieza)

AUREO, IV

Ahora ya  sabes que llueve vida
cada día que amaneces
porque crece en ti
más jazmín y filantropía,
más necesidad de repartir
patrias de amor y abrazo,
de limpiar los caminos
de penas y santos tontos.

Me apartas esta piedra
me restas gris de cada soledad
que te digo y me amuro,
me das pan lírico para cada silencio,
para cada isla que me crece
como oscuridad y espina.

Me empujas a la flor
porque te resuelves
cotidianamente en jardín,
en huerto donde amor y espada
surgen como melocotonero
para testificarte en la tierra
porque ya sabes que tú llueves cada día
para encenderme tu vida y tu verso.



Ángel Almela (Cieza)
 
SOLILOQUIO 

He tocado el viento. He salvado el monte que representa
la palabra en un muro escrita. He sacado el futuro de una
Canción, y con la boca enjugada de sol, he sido.

En el origen del verbo tengo palpitaciones que no me
impiden escribir sobre la interminable lista de los locos, y
de todos mis opacos roles, quedan las chispas que tocan la
razón,  y el sentir de la luz en la cara.
He sido también en el viaje, en la señal que deja la
huella en al camino y que uno mira receloso porque representa
 un tiempo ya gastado. He sido en el porqué y en el cuándo
de mis poemas, de mis oraciones y monólogos. Como una
hormiga laboriosa concluyo mis ideas que exaltan una fe ya
 meditada. Corro hacia el banco de mis pensamientos y,
como no confiando en mis propias dudas tiemblo.
A pesar de todo  eso, he sido pájaro, niebla, tormenta,
 luz, tiempo, árbol, y embrionariamente,
 he sido paciente de mí mismo.


Aurora Montoya  (Jumilla. Reside en Cieza)
Siento el crepitar de las hojas
bajo mis pies y vuelve a mi memoria
 el ritmo de nuestros pasos
recorriendo estos paisajes
que ahora se cubren de otoño.

Nosotros, soñadores de primaveras
eternas, suspendidos en el puente
del tiempo que lo arrasa todo.    
  


María Marín (Cieza)
Cae agua allí
afuera
y en las calles
sepulta las huellas
de la noche anterior
dejando entrar al invierno.
Se han borrado
los paseos
en la acera
y los coches
saltan gotas
de sudor
a su paso
y van dejando un rastro que se deshace
conforme lo dibujan.
Cae agua allí
afuera
y el cielo es gris como el asfalto,
porque en él se refleja el asfalto.
Las bombillas
madrugan
 y se ven hilos
de gris oscuro
despedirse de algunas azoteas,
como volviendo
al cielo
para fundirse en una cosa.
El agua borra
las calles
y perderse
es posible
a la vuelta.




Daniel J. Rodríguez (Cieza)

DIOSA NATURAL Y PERPÉTUA:

Eres como la cúpula de álamos
que abrazan al peregrino anónimo,
como el gorjeo de los pétalos frondosos,
continuo y propagado.

Eres como el cristal del agua,
como su fiel reflejo en mi memoria.
Eres diosa natural y perpetua,
una suerte de bucólico horizonte
al que anudo mi existencia.   


Aurelio Guirao (Cieza)

 CON TU PESO VENCIDO


                              De Bussy,
                       “Clair de Lune”.                                                                                                         
                 A orillas del Segura.
         
Con el peso entregado
encima de mi pecho,
buscabas por encima de mis hombros
la luna sobre el río,

un viaje sin puntas
rielando a nuestro alcance,

una instantánea viva
para fijar el tránsito de besos
.
Oscura estaba el agua
como arena escapada entre sus manos.
                                            No advertías
que la luna era un surco rezumando en tu frente,
rielador en los chorros de tu sudor espeso,
que había yo abrazado los ríos de la noche
y por todos viajaban cien lunas en mi boca.



Isabel Mascuñán (Cieza)

ÁMBAR
Ese dulzor de tu boca,
su paso indeleble por la mía,
terco pesa sobre todas las cosas
mide con incertidumbre pulsos antiguos, 
clarea ,como las piedras del río,
 bajo el agua.
Con su transparencia de ámbar,
con su verdad adorable,
se mece sobre las cañas,
dulce pájaro de luz sobre los árboles.

¿Dónde  estarás cuando suenen estos versos?
¿A qué piel oscura se mudará tu piel
 con su velamen de mármol?

Ese dulzor de tu boca
fue almíbar que se deshizo en la tarde.    




 ...

La Floración en Cieza, además de en el paisaje, está vigente en importantes actos culturales desde principios y hasta finales de marzo cómo la exposición de fotografías de la Floración de Cieza,  en el Museo de Siyâsa:





y la muestra de pintura Mi Floración, de Pascual Lucas Motellón, en el Aula Cultural de CajaMurcia, sumados a otras actividades que han sembrado y siembran color y alegría a Cieza:







Vídeo con las fotografías del V Concurso de la Floración de Cieza: