Jesús A. Salmerón Giménez
"Los sueños son el “primer cine” que inventó el
hombre,
e incluso con más recursos
que el cine mismo..."
Luis
Buñuel
Un día como hoy —de
febrero airoso—, en la remota Calanda de 1900, nacía Luis Buñuel, el legendario
aragonés de poderosa voz (voz de pozo y de monje tabernario), fabricante de
contundentes imágenes, que todavía hoy nos desasosiegan —y noquean— en cada
fotograma de sus películas, especialmente en las que realizó en México, en
blanco y negro, a golpe de pistola y talento.
Don Luis Buñuel, el de los
(mil) disfraces y las máscaras (y que "desenmascaró" los patrones
sociales y religiosos de la España franquista), el gran —y feroz— bromista, el
fetichista de las enigmáticas manos y los escondidos pies, admirador de Benito
Pérez Galdós, el enorme novelista español del siglo XIX, algunas de cuyas obras
adaptó memorablemente al cine (Nazarín,
Tristana, Halma/Viridiana...), el gran cineasta que rodó treinta y dos
películas (!y autor de unas memorias míticas: Mi último suspiro¡) y construyó uno de los universos fílmicos más
originales y fascinantes de la historia del cine.
Ahora se cumplen ciento
diecisiete años del nacimiento de este clásico contemporáneo, y en Notas —revista
cultural que se ha propuesto difundir la literatura y la cultura— le rendimos
un emocionado homenaje:
Buñuel es el creador de un
mundo cinematográfico personal y misterioso, un vanguardista histórico, cuyas
películas seguimos contemplando hoy con renovado asombro... pero para nosotros,
en los años salvajes de los ochenta, fue nuestro referente vital, el estandarte
surrealista que ondeaba por todas partes: émulos del genial aragonés (nuestras
mentes se poblaron de fantasmagóricas noches toledanas y, entre pecho y
espalda, fluyeron cascadas de Dry Martini), que tanto marcaría nuestras vidas,
iluminadas entonces por el esplendor de la juventud —que una vez termina,
cuando se apagan los focos, queda el talento desnudo, cuando lo hay…—. Su
recuerdo circula aún por nuestras venas, preñando de luz y nostalgia la
deslumbrada memoria.
© Jesús A. Salmerón Giménez
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