Jesús A. Salmerón Giménez
El
4 de enero se cumplieron 97 años del fallecimiento de D. Benito Pérez Galdós.
Este
escritor es para mí, después de Cervantes -con el que tiene importantes
afinidades: "conocieron lo que es generosidad y fueron capaces de comprender
y respetar una actitud humana o un punto de vista contrarios a los suyos"
(Cernuda)-, el mejor novelista español de todos los tiempos. Soy adicto a su
literatura (¡yo amo Fortunata y Jacinta!: una novela perfecta, inmensa,
emocionante, monumental, que se mide con las mejores creaciones de su tiempo),
que es realista, psicologista: posee -en
palabras de Tabucchi- "una ferocidad increíble, casi balzaquiana, una
capacidad de penetración en el alma humana que es portentosa, superior a casi
todo lo que he leído".
Sin
embargo, en nuestro país fue humillado y ofendido ( “en España el trabajo y la
inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el
dinero”-Valle Inclán dixit-: ésta sí es verdadera Marca España): sus últimos
años fueron terribles (la tristeza, la ceguera, la arteriosclerosis...), pero
sobre todo "el odio/de media España,/la indiferencia/de la otra media./
Le arrebataron/el premio Nobel/y se burlaron/del "olor a
garbanzos"/que hay en sus libros." (Emilio Pacheco)
Este
genio literario que amplió el mundo con sus personajes y capturó el fulgor de
la vida, que desveló los arcanos de la historia y nos describió los engranajes
de la sociedad, alcanzó con su pluma-memorable, honesta, elegante- el fondo del
alma humana.
En
su memoria, dejo aquí el maravilloso poema de Luis Cernuda: un extraordinario
homenaje que rindió el gran poeta a Galdós.
DÍPTICO ESPAÑOL. II
BIEN ESTÁ QUE
FUERA TU TIERRA
Su amigo, ¿desde
cuándo lo fuiste?
¿Tenías once,
diez años al descubrir sus libros?
Niño eras cuando
un día
En el estante de
los libros paternos
Hallaste
aquéllos. Abriste uno
y las estampas
tu atención fijaron;
Las páginas a
leer comenzaste
Curioso de la
historia así ilustrada.
Y cruzaste el
umbral de un mundo mágico,
La otra realidad
que está tras ésta:
Gabriel, Inés,
Amaranta,
Soledad,
Salvador, Genara,
Con tantos
personajes creados para siempre
Por su genio
generoso y poderoso,
Que otra España
componen,
Entraron en tu
vida
Para no salir de
ella ya sino contigo.
Más vivos que
las otras criaturas
Junto a ti tan
pálidas pasando,
Tu amor primero
lo despertaron ellos;
Héroes amados en
un mundo heroico,
La red de tu
vivir entretejieron con la suya,
Aún más con la
de aquellos tus hermanos,
Miss Fly,
Santorcaz, Tilín, Lord Gray,
Que,
insatisfechos siempre, contemplabas
Existir en la
busca de un imposible sueño vivo.
El destino del
niño ésos lo provocaron
Hasta que deseó
ser como ellos,
Vivir igual que
ellos
Y, como a
Salvador, que le moviera
Idéntica razón,
idéntica locura,
El seguir
turbulento, devoto a sus propósitos,
En su tierra y
afuera de su tierra,
Tantas quimeras
desoladas
Con fe que a
decepción nunca cedía.
Y tras el mundo
de los Episodios
Luego el de las
Novelas conociste:
Rosalía, Eloísa,
Fortunata,
Mauricia,
Federivo Viera,
Martín Muriel,
Moreno Isla,
Tantos que
habrían de revelarte
El escondido
drama de un vivir cotidiano:
La plácida
existencia real y, bajo ella,
El humano
tormento, la paradoja de estar vivo.
Los bien amados
libros, releyéndolos
Cuántas veces,
de niño, mozo y hombre,
Cada vez más en
su secreto te adentrabas
y los hallabas
renovados
Como tu vida iba
renovándose;
Con ojos nuevos
los veías
Como ibas viendo
el mundo.
Qué pocos libros
pueden
Nuevo alimento
darnos
A cada estación
nueva en nuestra vida.
En tu tierra y
afuera de tu tierra
Siempre traían
fielmente
El encanto de
España, en ellos no perdido,
Aunque en su
tierra misma no lo hallaras.
El nombre allí
leído de un lugar, de una calle
(Portillo de
Gilimón o Sal si Puedes),
Provocaba en ti
la nostalgia
De la patria
imposible, que no es de este mundo.
El nombre de
ciudad, de barrio o pueblo,
Por todo el
español espacio soleado
(Puerta de
Tierra, Plaza de Santa Cruz, los Arapiles,
Cádiz, Toledo,
Aranjuez, Gerona),
Dicho por él,
siempre traía,
Conocido por ti
el lugar o desconocido,
Una doble
visión: imaginada y contemplada,
Ambas hermosas,
ambas entrañables.
Hoy, cuando a tu
tierra ya no necesitas,
Aún en estos
libros te es querida y necesaria,
Más real y
entresoñada que la otra:
No ésa, mas
aquélla es hoy tu tierra,
La, que Galdós a
conocer te diese,
Como él
tolerante de lealtad contraria,
Según la
tradición generosa de Cervantes,
Heroica
viviendo, heroica luchando
Por el futuro que
era el suyo,
No el siniestro
pasado donde a la otra han vuelto.
La real para ti
no es esa España obscena y deprimente
En la que
regenta hoy la canalla,
Sino esta España
viva y siempre noble
Que Galdós en
sus libros ha creado.
De aquélla nos
consuela y cura ésta.
Luis Cernuda:
Desolación de la Quimera (1962)
© Jesús A. Salmerón Giménez
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