jueves, 19 de enero de 2017

PATRICIA HIGHSMITH, LA MAESTRA DEL CRIMEN



Jesús A. Salmerón Giménez


Hoy se cumplen 96 años del nacimiento de la norteamericana Patricia Highsmith en Fort Worth (Texas).

Ha creado un mundo original, cerrado, irracional, opresivo, donde no penetramos sino con un sentimiento personal de peligro y casi a pesar nuestro, pues tenemos enfrente un placer mezclado con escalofrío.                                                             Graham Greene

Creo que mis novelas no deberían figurar en las bibliotecas de las cárceles.
                                                                                        Patricia Highsmith
      
A –para mí– la primera dama del crimen, comencé a leerla en la adolescencia y sus novelas forman parte del haber sentimental de mi vida. Con mis amigos, también asiduos lectores de esta americana impasible –y tortuosa–, compartía el deslumbramiento que sentíamos por sus relatos perturbadores e hipnóticos. Nos pasábamos las noches en blanco devorando las intrincadas historias que urdía esta escritora excepcional, que siempre te dejaban en permanente estado de estupor y desasosiego. Sus pesadillas eran adictivas, pues se basan en un hondo conocimiento de la naturaleza humana y se sostienen en un perfecto suspense (una mezcla explosiva de cálculo frío y emoción al límite) que impresionó al mismo Hitchcock (quien llevaría –magistralmente– al cine su inquietante novela Extraños en un tren –el crimen perfecto: un crimen sin móvil).

Pero si hay un personaje, salido de su pavorosa pluma, que nos cautivó y, por lo menos a mí (cuando lo releo en sus novelas o asoma en algunas de las estimables versiones cinematográficas que se han hecho de este singular personaje) me sigue encandilando, es el ambiguo, turbio, expeditivo, amoral, seductor, tormentoso y brutal Tom Ripley. A lo largo de las cinco novelas que componen la saga del oscuro y siempre peligroso Tom Ripley en máxima tensión y continua zozobra este espléndido profesional de la impostura, con su determinación y extraño encanto, nos pone inevitablemente de su parte, es el antihéroe de nuestro tiempo.

Esta gran autora dotada de un talento excepcional, continuadora de la línea iniciada por Poe y que pasa por Kafka, encontró en la creación de Tom Ripley una forma de explorar la idealización  de la vida siempre truncada por la muerte, tras la que se agazapa siempre una mano asesina; esta dama penetrante y sabia, que reveló nuestros tormentos interiores y nos asomó al misterio, será para siempre nuestra (inquietante) amiga americana.


 © Jesús A. Salmerón Giménez
 
 
 
 

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