viernes, 27 de enero de 2017

CLUB ATALAYA - ATENEO DE LA VILLA, GRACIAS


 Rosa Campos Gómez
Cincuenta es un número muy respetable de años, especialmente si se cumplen estando erguido sobre una columna de alto compromiso sociocultural que no pierde solidez y carisma, como le ocurre al Club Atalaya-Ateneo de la Villa de Cieza, emblemático espacio de puertas abiertas, cuya fuerza se debe a las personas que desde 1967 se han volcado en que ese compromiso sea el mejor alambique que destile unas actividades vigorosas que han enriquecido a todos los vecinos  que hemos querido cruzar el umbral de ese portón amplio, coronado por una pintura mural que reproduce El Cuarto Estado, de Giuseppe Pellizza da Volpedo, anunciando, ya desde fuera, que son las cuestiones del pueblo –que lo atribulan, alegran, revitalizan…– las que más les interesan y las que ponen en juego. 

 El Cuarto Estado (1901), Giuseppe Pellizza da Volpedo

Nos han propiciado años de encuentro fértil en los que se ha aprendido y disfrutado: Conferencias con ponentes excepcionales que han hablado de realidades que pedían ser visibilizadas; gran cine en largo y corto metraje, nuevo, clásico, experimental, de autor –imperdible e impagable la semana de `Cine Mágiko´ que organizan–; recitales; música en sus distintas modalidades; teatro en su variedad de géneros; exposiciones de fotografías, de pintura; abundantes y necesarios textos editados para conocer la historia local desde sus diferentes ángulos; historia del esparto recogida en un precioso museo, con genuinas muestras en directo de algunas de sus producciones; preocupación y acción en la recuperación de la Memoria Histórica; Jornadas Republicanas. Jornadas del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer; Jornadas Contra la Violencia de Género; Talleres de dulces navideños… Club de Lectura.

Y todo ello en cálidas salas, encendiendo en días de invierno varias estufas para qué los asistentes no se enfriaran –cuando el dinero no llegaba para la calefacción–, o en el espléndido  patio abundado de luz de sol en el día y cubierto en las noches de verano por el azul casi negro de un cielo  próximo, habitado por una luna siempre acompañada por su delicada y constante cohorte de estrellas; cielo, bajo el que aparte de presenciar las actividades programadas,  se toman unas de las más exquisitas tapas locales. Zonas donde percibimos una acogida realmente cercana, dejando explícito el humanismo que allí anida.

Gracias por estos 50 años cumplidos y compartidos, logro no siempre fácil en empresas altruistas.  Que el buen hacer prosiga. ¡Feliz Aniversario!

 


       © Rosa Campos Gómez




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