domingo, 4 de diciembre de 2016

LA RESISTENCIA ÍNTIMA


Jesús A. Salmerón Giménez


El mundo es un gran desierto en el que sólo el amor podría provisionalmente ampararnos.
            José Emilio Pacheco


 
 La resistencia íntima, de Josep María Esquirol, es un libro lenitivo y profundo que nos habla de cómo sobrevivir en tiempos convulsos, de tribulación (interior y exterior); un ensayo luminoso el que entro en hipnotizado, deslumbrado ya por el majestuoso pórtico de la primera página:
"El plato en la mesa, el aceite y el pan. La mesa servida, la olla humeando y los vasos empañados por el vapor del caldo(...) nada sibarita ni sofisticado. Asociamos la imagen, sobre todo, con el cuidado que supone cocinar para los demás, la compañía, y el amparo casero. También, naturalmente, con el placer de comer. Y con la memoria de los "elementos". El aceite para aliñar evoca el olivo y la tierra firme donde se enraíza y el cielo luminoso hacia donde se eleva; el fruto maduro, los trabajos de recolección y el prensado de la almazara. También el pan nos descubre el cielo y la tierra, los vastos campos de trigo lindantes con el azul, pero enseguida nos lleva de nuevo hacia lo más primordial: los demás. El pan es lo que se comparte y los "compañeros", literalmente, los que comparten el mismo pan."

 Y traspaso el umbral, como quien se cuela de rondón en una casa encantada:

"Tiene cimientos y ventanas: los cimientos y el sótano la ligan a la tierra, mientras que las ventanas y las buhardillas, al cielo. La casa une tierra y cielo. Pero el ayuntamiento humano es, principalmente, cobijo. La casa es como una palabra de consuelo y calienta cuerpo y alma. Por eso, la nostalgia -y la esperanza- más profunda es la del universo sumergido de la infancia y del hogar”.

Y en estos momentos atribulados, busco cobijo y reposo a mi vida, y una habitación donde meditar sobre ella y vivirla con mayor lucidez y conciencia. Y encuentro esta casa/libro a la que acudir, cuando tanta vida desatenta intenta disolverme, que me ampara "Amparar significa proteger parando o deteniendo algo. El desamparo consiste en quedarse sin protección, sin ayuda o sin asistencia. La casa es la expresión más emblemática del amparar y del cubrir para proteger", y me proporciona un mapa para recorrer el desierto (de la existencia), un manual de instrucciones para “resistir” (término que en esta comarca significa intimidad, encuentro, sinceridad...). Una casa/ libro que sana y motiva, que cura el alma.


Este revelador ensayo nos enseña algunas razones poderosas para afrontar la vida, y nos regala espléndidas páginas sobre el don, el gesto, el amparo, la proximidad y la resistencia: “El mundo no nos lo pone fácil y, en general, todo cuesta. Nuestras intenciones y nuestros proyectos chocan a menudo con la resistencia que implica la realidad. […] Sin embargo, también podemos usar la palabra resistencia para referirnos no tanto a las dificultades que el mundo pone a nuestras pretensiones como a la fortaleza que podemos tener y levantar ante los procesos de desintegración y de corrosión que provienen del entorno e incluso de nosotros mismos”. Nos ofrece un análisis cercano y real de la emoción, del estado de ánimo, de la movilidad que supone la contradicción y la pesadumbre de vivir, la pérdida continua del presente y la apertura al abismo que es el futuro.
 
 Como  escribe Esquirol: "La resistencia íntima se parece a la eléctrica en que, paradójicamente, al resistir el paso de la corriente, da luz y calor a los que están cerca; una luz que ilumina el propio camino y que sirve de candil para los demás guiando sin deslumbrar”.


        Vivir es resistir y resistir es filosofar. No es posible una cosa sin la otra: leedlo para vivir. Volver a casa, al centro del mundo:

¿Que después de esta vida tengamos que despertarnos un día aquí
al estruendo terrible de trompetas y clarines?
Perdona, Dios, pero me consuelo
pensando que el principio de nuestra resurrección,
la de todos los difuntos,
la anunciará el simple canto de un gallo...


Entonces nos quedaremos aún tendidos un momento...
La primera en levantarse
será mamá... La oiremos
encender silenciosamente el fuego,
poner silenciosamente el agua sobre el fogón
y coger con sigilo del armario el molinillo de café.
Estaremos de nuevo en casa.

Resurrección, de Vladimir Holan



 © Jesús A. Salmerón Giménez

No hay comentarios:

Publicar un comentario