viernes, 25 de noviembre de 2016

RECORDANDO A LOPE DE VEGA, EN EL ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO (1562-1635)


 Jesús A. Salmerón Giménez



     Aunque, como sabéis, le tengo más querencia a Cervantes, he de reconocer que Lope de Vega es un gran autor teatral y un extraordinario poeta lírico. Como sostiene Francisco Rico: Lope convertía en literatura cuanto vivía, lo que le da un plus de interés a todo cuanto escribe. 

   De entre toda su obra, destaca para mí su poesía amorosa (Lope de Vega vivió los placeres de la vida, probó el amor y, por ello y por ser un inmenso poeta, sabe cantarlo, como en este famosísimo y magistral soneto, donde de forma apasionada, pero también con belleza y sensibilidad, presenta las contradicciones que produce el amor, culminado en un terceto espléndido y en un verso final definitivo, para llevar tatuado en el alma:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.



  Como coincide, además, que hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para conmemorar este día, dejo aquí un fragmento de su extraordinaria obra narrativa LA DOROTEA, que tiene un claro componente feminista (como afirma Francisco Nieva -por desgracia, recientemente fallecido-): También es muy llamativo la profundidad y lo bien perfilados que están sus personajes femeninos: Dorotea, Rosaura... Fue un feminista en pleno siglo XVII):

    Los hombres en cualquiera edad hallan sus gustos, y son buenos para los oficios y para las dignidades; tienen entonces más hacienda, y son más estimados. Pero como las mujeres sólo servimos de materia al edificio de sus hijos, en no siendo para esto, ¿qué oficio adquirimos en la república? ¿Qué gobierno en la paz? ¿Qué bastón en la guerra? Volved, volved en vos, Teodora, no acabe ese mozuelo la hermosura de Dorotea, manoseándola; que ya sabéis con qué olor dejan las flores el agua del vaso en que estuvieron.

© Jesús A. Salmerón Giménez

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