Rosa
Campos Gómez
Bodegón con cacharros (1650), Museo del Prado, Madrid.
Francisco de Zurbarán
(Fuente de Cantos, Badajoz, 1598-Madrid, 1664) es uno de los grandes pintores del Siglo de Oro español. La primera vez que supe de él fue en los libros de texto de la escuela, a través de esta obra que ilustra la cabecera, que me pareció prodigiosamente sobria, elegante e inolvidable. Con el tiempo, al conocer más trabajos, la admiración se ha seguido manteniendo, porque en sus pinturas la
sencillez adquiere una expresión poética serena e introspectiva, introduciéndonos en un misticismo
sugerente a través de su pincelada
clara, de un expresivo y noble concepto de la naturaleza humana y de la geometría de las formas, y de un personalísimo uso del color –con concisas gamas–,
que confiere una peculiar y excelente
manifestación de la luz.
Nacido en el seno de una familia acomodada –su
padre era negociante vasco establecido en Extremadura–, dio los primeros pasos en
la pintura en su tierra, formándose posteriormente en Sevilla (1614- 1617) de la mano del
pintor Pedro Díaz de Villanueva, etapa fecunda en la que conoció a los maestros
Pacheco y Herrera, y mantuvo amistad con
Velázquez y Cano. Retornó a tierras extremeñas sin pasar por el examen
requerido por el gremio de pintores.
Vivió en la ciudad de
Llerena entre los años 1617 y 1628, donde trabajó realizando encargos de
pinturas religiosas tanto de la ciudad como de toda Extremadura. En 1629 se
instaló en Sevilla, donde fue contratado para realizar numerosas obras. En la ciudad
hispalense su prestigio fue en alza.
En 1634, probablemente por
influencia de Velázquez, lo llamaron para pintar Los
trabajos de Hércules en el gran salón del Buen Retiro, en Madrid. Volviendo
a Sevilla, donde viviría hasta 1658, por la decadencia económica que acuciaba
a la ciudad –los encargos pictóricos debieron de cesar–. Instalándose en Madrid,
con su tercera mujer –había enviudado dos veces– y la hija que le vivía –murieron
un hijo y una hija–, obteniendo buenos contratos, y donde mantuvieron
una vida con ciertas estrecheces (debido a la larga enfermedad que padeció)
pero nunca en la indigencia, como se ha afirmado en ocasiones; su testamento constata que estaba
libre de deudas y queposeía algunos bienes inmuebles.
Zurbarán, pintor de la
Contrarreforma –porque la Iglesia, a
través de las órdenes religiosas, fue su mayor cliente, aunque su producción tocó diferentes temas– es creador de una pintura realista, perteneciente al barroco, que
se halla distribuida en importantes museos.
Siempre muy bien valorada su obra, más a partir de su muerte, en la actualidad llama la atención de un público joven que está descubriendo ese
lenguaje claro y directo en el que se aprecia
a veces el dolor, pero sobre todo la ternura y el candor de los gestos, y la sobria belleza de esas imágenes que saben
comunicar la profundidad que contienen.
Plato con limones, cesta con naranjas
y taza con una rosa (1633), Museo Norton Simon, Los Ángeles
Virgen niña en oración (1658 y 1660),
Museo del Hermitage de San Petersburgo, Rusia.
Virgen niña dormida (Ca. 1655-60), Catedral
de Jerez de la Frontera, Cádiz.
La Inmaculada Concepción (1630), Museo
del Prado, Madrid.
San Francisco arrodillado con una
calavera en las manos (1658), Alte Pinakothek, Múnich.
Hércules y el cancerbero (1634), Museo del Prado, Madrid.
San
Serapio (1628), Wadsworth Atheneum Hartford, Conneticut.
San Lucas como pintor, ante Cristo
en la Cruz (1630-39), Museo del Prado, Madrid
(se cree que la imagen de San Lucas corresponde a un autorretrato del pintor).
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