jueves, 10 de noviembre de 2016

¡ARRIBA EL TELÓN!



 Jesús A. Salmerón Giménez

"Cuando veamos que de nuevo se aprecia y recompensa a los actores que llevan al escenario o a la pantalla generosidad, deseo, vida orgánica, acciones ejecutadas libremente -sin deseo de recompensa ni miedo a la censura o la incomprensión- tendremos una de las primeras señales de que la manera de nuestra época introvertida y desdichada ha comenzado a cambiar, y que volveremos a tener el anhelo y la disposición de contemplarnos a nosotros mismos."
                                                                          David Mamet



     El azar, el caprichoso azar ha querido que en un relativamente corto lapso de tiempo, en los últimos meses, haya leído tres libros que, cada uno a su manera, pero todos con talento, abordan la historia del teatro en las últimas décadas de este país y rinden emocionado homenaje a nuestros cómicos. El primero, del genial Fernando Fernán Gómez: El viaje a ninguna parte, que empezó siendo un serial radiofónico de gran éxito en RNE, se editó como una novela en 1985 y en 1986 se adaptó al cine. Desde luego, lo primero que vi fue la película, para mi hijo y para mí, una de las mejores del cine europeo de todos los tiempos. En nuestra casa, en un altar. Esta narración del ocaso del teatro ambulante en la España rural de principio de los años cincuenta nos emociona en cada nuevo visionado: La risa y el llanto, la ternura y el dolor, el amor y la muerte… todos los sentimientos y las pasiones se entretejen, con el hilo fino y reconfortante del humor, en esta odisea de la vida, en esta cosa tan dura y maravillosa que es nuestro viaje  ninguna parte.

        Mi hijo me regaló el libro, que compró en el Rastro de Madrid, con una cariñosa, espléndida dedicatoria que me conmovió hasta la médula del alma, y me sumergí de nuevo en este viaje desolado a ninguna parte, y tiré para adelante en el camino con mi maleta para acompañar a estos cómicos de la legua, a esos personajes patéticos y anacrónicos, pero profundamente humanos gracias a la delicada pluma de este autor renacentista, que los dota, en su mirada irónica y airada, pero también llena de compasión y ternura, de dignidad y grandeza, en su lucha por sobrevivir en un mundo hostil, en los ásperos años cincuenta de este país, en el que, como nos dice el mismo Fernán Gómez, siempre hay que ir con mucho cuidado. La sombra de la derrota siempre habita en los personajes (medio artistas, medio pícaros), pero también se proyecta en nosotros, sus lectores, pues ¿qué otra cosa es la novela sino una metáfora del proceloso río de la vida, en cuyas orillas, con nuestra maleta cargada de deseos y sueños, caminamos todos a ninguna parte?




     El segundo libro sobre el mundo de la farándula, Comedia con fantasmas, es un débito que tenía con Marcos Ordóñez desde hacía mucho tiempo. No frecuento con asiduidad el teatro, por desgracia, pero rara vez me pierdo los sábados en El País su crítica teatral, una pieza de alta literatura. Por eso quería leer una novela suya, y empecé con su libro Un jardín abandonado por los pájaros, pero no llegó a engancharme la historia, donde el autor dobla la esquina del recuerdo, y, de forma ingrata, lo abandoné, como un pájaro más… Así que, con alguna reticencia y un poco de remordimiento, cogí de la Biblioteca Regional de Murcia esta Comedia con fantasmas. Y desde que se sube el telón: "Voy a hablar de un mundo que ya no existe", hasta que cae: "Cada uno tiene, por lo visto, el fantasma que se merece", esta prodigiosa novela, que retrata con humor y rara emoción medio siglo de la vida -siempre convulsa y, a menudo, terrible- española, este canto de amor a los cómicos y al teatro, me proporcionó un placer extraordinario, no pude ni quise dejar de leerlo: una de esas lecturas que se quedan siempre muy adentro del lector, como la excepcional autobiografía El tiempo amarillo (las mejores memorias que he leído en castellano) del grandísimo Fernando Fernán Gómez, cuya voz honda, cálida y envolvente, resuena (o así me lo parece) en toda la novela. Como escribe Pozuelo: "¡Bravo! ¡Bravo! (...) Si quieren algo nuevo y que les proporcione placer inteligente, lean "Comedia con fantasmas".


     La tercera novela que el azar puso en mis manos (siempre prestas a aplaudir como locas, como un resabio de sus lejanos, y alimenticios, tiempos de cla), fue Farándula, título con el que ganó el Premio Herralde de Novela 2015 la escritora madrileña Marta Sanz, cuya prosa tenía ganas de conocer, sobre todo por los comentarios elogiosos que siempre le prodigó mi admirado Rafael Chirbes. Es una novela crítica, en clave satírica, donde las bambalinas son tomadas como una excusa por la autora para entrar a saco en las cuestiones sociales y culturales más candentes de este país de nuestros desvelos.

    En esta novela “borde”, como la ha calificado algún crítico, cada capítulo es un fogonazo que nos deslumbra, un torrente eléctrico que nos va metiendo en el libro, en el retrato magistral -y demoledor- que realiza la autora de la vida de los actores, y demás allegados al mundo del teatro y de la televisión: Una lúcida reflexión -honda, incisiva- sobre el talento, la fama y las luces y sombras de la popularidad, que se extiende, o le sirve de perfecta metáfora, de la mutación y naufragio que está experimentando nuestra sociedad.

    En definitiva, una buena novela, altamente corrosiva, eso sí, narrada con pulso firme y un estilo vertiginoso que, con la magnífica película de Joseph L. Mankiewicz, Eva al desnudo, como trasfondo, explora, entre bastidores, los territorios más oscuros de nuestros cómicos y de este desquiciado mundo.

 © Jesús A. Salmerón Giménez

5 comentarios:

  1. Tan buenas referencias,que apetece leerlas.La de Fernán Gómez la leí antes de lapas y me hizo un gran impacto,porque desconocía ese mundo de teatreros casi vagabundos.?Sabía que las grandes compañías hacían giras,por las ciudades .

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  2. Gracias, Maite. Fernán Gómez (actor, escritor, director, guionista y académico de la lengua) es uno de los más grandes artistas que ha dado este país, aunque su discreción («Hay que intentar que las grandes ideas parezcan pequeñas, superficiales, cotidianas») nos haya hecho no reconocer del todo su inmenso talento.

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  3. Es también el ocaso de los comediantes frente al progreso del cinematógrafo.A mi la película me encantó,pero la novela es una delicia que releo de vez en cuando de aquel anarcoburgues,pelirrojo y a veces de mal café,que destilaba talento.Tomo nota,Jesús.Grandes reseñas.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Sergio. Para mí es un placer compartir mis impresiones como lector de los libros que amo, sobre todo con personas perspicaces como tú, con las que coincido, como es el caso, en la estima y valoración del genial Fernando Fernán Gómez (por cierto, tal día como hoy, en 2007, fallecía nuestro admirado artista).

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  4. Es también el ocaso de los comediantes frente al progreso del cinematógrafo.A mi la película me encantó,pero la novela es una delicia que releo de vez en cuando de aquel anarcoburgues,pelirrojo y a veces de mal café,que destilaba talento.Tomo nota,Jesús.Grandes reseñas.

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