Jesús A. Salmerón Giménez
"Cuando veamos que de nuevo se aprecia y
recompensa a los actores que llevan al escenario o a la pantalla generosidad,
deseo, vida orgánica, acciones ejecutadas libremente -sin deseo de recompensa
ni miedo a la censura o la incomprensión- tendremos una de las primeras señales
de que la manera de nuestra época introvertida y desdichada ha comenzado a
cambiar, y que volveremos a tener el anhelo y la disposición de contemplarnos a
nosotros mismos."
David Mamet
El azar, el caprichoso
azar ha querido que en un relativamente corto lapso de tiempo, en los últimos
meses, haya leído tres libros que, cada uno a su manera, pero todos con
talento, abordan la historia del teatro en las últimas décadas de este país y
rinden emocionado homenaje a nuestros cómicos. El primero, del genial
Fernando Fernán Gómez: El viaje a ninguna
parte, que empezó siendo un serial radiofónico de gran éxito en RNE, se
editó como una novela en 1985 y en 1986 se adaptó al cine. Desde luego, lo
primero que vi fue la película, para mi hijo y para mí, una de las mejores del
cine europeo de todos los tiempos. En nuestra casa, en un altar. Esta narración
del ocaso del teatro ambulante en la España rural de principio de los años
cincuenta nos emociona en cada nuevo visionado: La risa y el llanto, la ternura
y el dolor, el amor y la muerte… todos los sentimientos y las pasiones se
entretejen, con el hilo fino y reconfortante del humor, en esta odisea de la
vida, en esta cosa tan dura y maravillosa que es nuestro viaje ninguna parte.
Mi hijo me regaló el libro, que compró en el Rastro de
Madrid, con una cariñosa, espléndida dedicatoria que me conmovió hasta la
médula del alma, y me sumergí de nuevo en este viaje desolado a ninguna parte,
y tiré para adelante en el camino con mi maleta para acompañar a estos cómicos
de la legua, a esos personajes patéticos y anacrónicos, pero profundamente
humanos gracias a la delicada pluma de este autor renacentista, que los dota,
en su mirada irónica y airada, pero también llena de compasión y ternura, de dignidad
y grandeza, en su lucha por sobrevivir en un mundo hostil, en los ásperos años
cincuenta de este país, en el que, como nos dice el mismo Fernán Gómez, siempre
hay que ir con mucho cuidado. La sombra de la derrota siempre habita en los
personajes (medio artistas, medio pícaros), pero también se proyecta en
nosotros, sus lectores, pues ¿qué otra cosa es la novela sino una metáfora del
proceloso río de la vida, en cuyas orillas, con nuestra maleta cargada de
deseos y sueños, caminamos todos a ninguna parte?
El segundo libro sobre el
mundo de la farándula, Comedia con
fantasmas, es un débito que tenía con Marcos Ordóñez desde hacía mucho
tiempo. No frecuento con asiduidad el teatro, por desgracia, pero rara vez me
pierdo los sábados en El País su crítica teatral, una pieza de alta literatura.
Por eso quería leer una novela suya, y empecé con su libro Un jardín abandonado por los pájaros, pero no llegó a engancharme
la historia, donde el autor dobla la esquina del recuerdo, y, de forma ingrata,
lo abandoné, como un pájaro más… Así que, con alguna reticencia y un poco de
remordimiento, cogí de la Biblioteca Regional de Murcia esta Comedia con fantasmas. Y desde que se
sube el telón: "Voy a hablar de un mundo que
ya no existe", hasta que cae: "Cada
uno tiene, por lo visto, el fantasma que se merece", esta
prodigiosa novela, que retrata con humor y rara emoción medio siglo de la vida
-siempre convulsa y, a menudo, terrible- española, este canto de amor a los
cómicos y al teatro, me proporcionó un placer extraordinario, no pude ni quise
dejar de leerlo: una de esas lecturas que se quedan siempre muy adentro del
lector, como la excepcional autobiografía El
tiempo amarillo (las mejores memorias que he leído en castellano) del
grandísimo Fernando Fernán Gómez, cuya voz honda, cálida y envolvente, resuena
(o así me lo parece) en toda la novela. Como escribe Pozuelo: "¡Bravo! ¡Bravo! (...) Si quieren algo nuevo y que les
proporcione placer inteligente, lean "Comedia con fantasmas".
La tercera novela que el
azar puso en mis manos (siempre prestas a aplaudir como locas, como un resabio
de sus lejanos, y alimenticios, tiempos de cla), fue Farándula, título con el que ganó el Premio Herralde de Novela 2015
la escritora madrileña Marta Sanz, cuya prosa tenía ganas de conocer, sobre
todo por los comentarios elogiosos que siempre le prodigó mi admirado Rafael
Chirbes. Es una novela crítica, en clave satírica, donde las bambalinas son
tomadas como una excusa por la autora para entrar a saco en las cuestiones
sociales y culturales más candentes de este país de nuestros desvelos.
En esta novela “borde”,
como la ha calificado algún crítico, cada capítulo es un fogonazo que nos
deslumbra, un torrente eléctrico que nos va metiendo en el libro, en el retrato
magistral -y demoledor- que realiza la autora de la vida de los actores, y
demás allegados al mundo del teatro y de la televisión: Una lúcida reflexión
-honda, incisiva- sobre el talento, la fama y las luces y sombras de la
popularidad, que se extiende, o le sirve de perfecta metáfora, de la mutación y
naufragio que está experimentando nuestra sociedad.
En definitiva, una buena
novela, altamente corrosiva, eso sí, narrada con pulso firme y un estilo
vertiginoso que, con la magnífica película de Joseph L. Mankiewicz, Eva al desnudo, como trasfondo, explora,
entre bastidores, los territorios más oscuros de nuestros cómicos y de este
desquiciado mundo.
© Jesús A. Salmerón Giménez
Tan buenas referencias,que apetece leerlas.La de Fernán Gómez la leí antes de lapas y me hizo un gran impacto,porque desconocía ese mundo de teatreros casi vagabundos.?Sabía que las grandes compañías hacían giras,por las ciudades .
ResponderEliminarGracias, Maite. Fernán Gómez (actor, escritor, director, guionista y académico de la lengua) es uno de los más grandes artistas que ha dado este país, aunque su discreción («Hay que intentar que las grandes ideas parezcan pequeñas, superficiales, cotidianas») nos haya hecho no reconocer del todo su inmenso talento.
ResponderEliminarEs también el ocaso de los comediantes frente al progreso del cinematógrafo.A mi la película me encantó,pero la novela es una delicia que releo de vez en cuando de aquel anarcoburgues,pelirrojo y a veces de mal café,que destilaba talento.Tomo nota,Jesús.Grandes reseñas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Sergio. Para mí es un placer compartir mis impresiones como lector de los libros que amo, sobre todo con personas perspicaces como tú, con las que coincido, como es el caso, en la estima y valoración del genial Fernando Fernán Gómez (por cierto, tal día como hoy, en 2007, fallecía nuestro admirado artista).
EliminarEs también el ocaso de los comediantes frente al progreso del cinematógrafo.A mi la película me encantó,pero la novela es una delicia que releo de vez en cuando de aquel anarcoburgues,pelirrojo y a veces de mal café,que destilaba talento.Tomo nota,Jesús.Grandes reseñas.
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