jueves, 13 de octubre de 2016

PATRIA, FERNANDO ARAMBURU



Jesús A. Salmerón Giménez


"Y este proyecto de componer, por medio de la ficción literaria, un testimonio de las atrocidades cometidas por la banda terrorista surge en mi caso de una doble motivación. Por un lado, la empatía que les profeso a las víctimas del terrorismo. Por otro el rechazo sin paliativos que me suscitan la violencia y cualquiera agresiones dirigidas contra el Estado de Derecho".
Patria, pág. 551

Desde los primeros minutos de lectura la voz del narrador -que todo lo gobierna y organiza, aunque se diluya a veces y multiplique en ráfagas de frases escritas en primera persona: trozos de vida que inundan de humanidad toda esta historia de gentes vascas- se aloja en mi cabeza: la inmersión en la historia es instantánea, vertiginosa, total: De forma profunda, conecto con los personajes y las acciones de la historia, que me deslumbran y provocan un impacto descomunal en mis emociones, en el corazón de mi razón y mis sentimientos.


La intensidad de la lectura de esta novela, extensa y magnífica, que abarca 30 años de fanatismo de una sociedad cerrada y recelosa y otros tantos de degradación moral de las instituciones del Estado (la vida del País Vasco bajo el terrorismo de ETA), es de alto voltaje: duele, emociona…


El nivel de adicción a la historia de estas dos familias que han sido inmemorialmente amigas y a las que ha enfrentado "el conflicto" es brutal (no me despegaba del libro para comer, ni para dormir, ni para miccionar…), salvaje como lo es este relato desasosegante y genial de Fernando Aramburu. Un centenar de capítulos breves, que funcionan casi autónomamente: ríos de historias que progresan hacia la unidad del cuento, hacia el mar inmenso y proceloso del relato.


Patria es, sobre todo, una gran y meditada novela. Pero la tradición del género lleva incluida la virtud de explicar a sus contemporáneos algo del mundo que les ha tocado vivir, o que forma parte de su herencia: amalgamar evocación y análisis. Lo hicieron los Episodios nacionales, de Galdós, justo cuando hacía falta recordar y suturar discordias civiles, y lo hizo Guerra y paz, de Tolstói, cuando corría riesgo de olvido el origen de la Rusia moderna. Lo mismo están logrando ahora las novelas de Fernando Aramburu”.

                                                                        José-Carlos Mainer


Nada más finalizar la historia, este viaje literario que me ha removido por dentro, me ha provocado una precoz melancolía, que sé se intensificará, ¡lo sé!, conforme pasen las horas, días o semanas de su deslumbrante lectura. 

 © Jesús A. Salmerón Giménez


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