miércoles, 1 de junio de 2016

MÚSICA Y AFECTOS EN LA ADOLESCENCIA


                                                                                                                       Sara Alarcón


El arte es una necesidad en la vida, y muy especialmente la Música. Hablar de inclinaciones por gustos musicales en mujeres y hombres sería lo más interesante, pero demasiado extenso para un artículo. Me centraré, y seré breve (aunque el tema dé para ríos de tinta), en el alba de la juventud femenina, en la adolescencia. 
 
¿Por qué se identifican las adolescentes con letras de canciones de amor y desamor?
Quizá la respuesta más rápida sea porque  se acogen a todo lo que huela a amor que, como ya es sabido, es lo que mueve el mundo. Pero todo esto obedece a un trasfondo.
En pleno momento de construcción de identidad, se identifican (aunque no en exclusividad) con ciertos grupos de música o cantantes por las letras de sus canciones, ya que dichas canciones muestran algo de sí mismas y de su intimidad.
Los artistas de música popular desempeñan un papel importante en el desarrollo de los adolescentes ya que pueden actuar como modelos, pudiendo llegar a ser idolatrados. La imitación de movimientos o de estética son solo unos ejemplos de la influencia que pueden ejercer.

 Muchacha en la ventana (1645), Rembrandt
 ¿Por qué se da la necesidad de este tipo de música?
El psicoanalista Erick H. Erickson (1902-1994) habla de un “espacio interior” en la mujer, que está amueblado psíquicamente por la confianza y el cariño que ha recibido en su familia desde los primeros años, especialmente de la madre, con la que se identifica, y si esta relación afectiva fue mala o inexistente, sería desencadenante de desconfianza en sus futuras relaciones, produciendo aislamiento, o promiscuidad, o desafecto, yendo de una insatisfacción a otra, y sin llegar a definir su identidad.
La identificación o no con la madre arroja elecciones muy diferenciadas de letras de canciones. No obstante, hasta la identidad adecuadamente adquirida es insuficiente, por lo que para una buena evolución de la personalidad se irán adquiriendo nuevos reflejos de personas con los que nutrirse y, ante este hecho, la música elegida puede marcar también unas determinadas proyecciones.
Igualmente, por un proceso natural de querer vivenciar y experienciar la propia autonomía e identidad, el adolescente querrá rebelarse, desobedecer, buscar aquello que es diferente a lo que sus padres o familia adulta le plantean. El adolescente cuestiona reglas, pone a prueba límites y normas usuales de la familia, se rebela contra costumbres y hábitos familiares, “We need love but all we want is danger /necesitamos amor pero lo que queremos es peligro” canta en New Romantics Taylor Swift, a cuyas letras de canciones volveremos a aludir.


Hay una funcionalidad personal que le damos a escuchar música, vinculada a acompañar a diversos estados de ánimo. El tema de los estados de ánimo, la emocionalidad y la relación que la música tiene con ellos, adquiere gran importancia en todos los discursos de los jóvenes (el alto consumo de esta música queda reflejado en las cuentas corrientes de sus creadores). Lo podemos comprobar en la citada Taylor Swift, cantante estadounidense de 26 años de edad, que  arrasa con sus actuaciones en todos los sitios por donde se mueve, por ejemplo, su último álbum se ha convertido en el primero en más de 10 años en vender cinco millones de copias en su país  en solo 36 semanas, es una de las mujeres más poderosas del mundo (la octava más rica según la lista Forbes), que cuenta con más de dieciocho millones de suscriptores en su cuenta de Youtube, dónde ahí  están publicados sus videoclips y vídeos oficiales de giras por todos los continentes, que en Twitter acumula casi 78 millones de seguidores y más de 74 millones en su página oficial de Facebook.  Las entradas de sus conciertos en todos los lugares se agotan a las pocas horas de estar en venta.

Para Erikson “la capacidad mental y  emocional para recibir y dar fidelidad señala la conclusión de la adolescencia, mientras que la edad adulta comienza con la capacidad para recibir y dar amor y cuidados”,  y continua diciendo que es en esa necesidad de dar amor y cuidados, “proceso mediante el cual encuentran los jóvenes de ambos sexos sus identidades individuales, las fusionan mediante la intimidad, el amor y el matrimonio, revitalizan sus respectivas tradiciones y crean y crían juntos a la generación siguiente”, en el que se alimentan también de los medios culturales que más les conmueven, siendo la música el más utilizado.

Las adolescentes se sienten identificadas porque tanto en los videoclips como en las letras de las canciones utiliza espacios transitados día a día (instituto, casa, habitación, cafeterías), historias que narran situaciones corrientes como el mirar la lluvia caer desde la ventana de la habitación, los castillos y palacios forman parte del mundo de las fantasías, no menos importante en esta etapa vital.
Las letras expresan, además, la importancia del tiempo,  hablan de lo nuevo, del cambio, de venir o quedarse, de salir o entrar, de conducir, del espacio interior de su habitación, de su casa, castillos, palacios, reino, pero sobre todo, de esperar, de esperar donde sea, no importa el lugar, pero siempre se espera lo mismo, se espera a él, a otra persona que la quiera.
Las jóvenes escuchan en las letras de estas canciones como su intimidad se pone al descubierto sin necesidad de ser ellas las que expongan su intimidad al exterior, prefieren darle al play una y otra vez a esa canción que choca con el inconsciente de ellas.

Recapitulando, el tipo de relación que se tenga con los padres es importante a la hora de  relacionarse con los demás, de formarse así mismo, de crecer, de elegir determinado tipo de amistades, de escuchar una música u otra, de practicar unos deportes u otros o de no practicarlos, entre otras actividades. Considerar también que si en el entorno familiar no hay libertad, ésta se busca fuera del núcleo familiar, si los padres son opresores, se puede buscar el peligro para provocarlos, hay canciones que hablan de padres que no dejan que sus hijos tengan relaciones con determinadas personas, o que no tengan relaciones sentimentales de ningún tipo a cierta edad. Las adolescentes sienten que la música está para eso para acompañar en la intimidad, para saber si quieren dirigir, conducir, irse o quedarse, salir o entrar (Picture to burn: I hate that stupid old pickup truck /You never let me drive / Odio esa estúpida vieja camioneta / que nunca me dejas conducir),  a veces pueden incitar a emprender acciones que si no hubieras escuchado determinada canción probablemente no se te habría ocurrido.

Con el proceso de identificación se toma al objeto identificado (canciones románticas en este caso) como modelo,  y este objeto identificado aspira a configurar parte del yo como semejanza de tal modelo, y puede que este proceso ayude a las adolescentes a sentirse dentro de un grupo o una comunidad dónde se tiene en cuenta ese “espacio interior”  y se encuentran cómodas escuchando estas canciones porque sienten que las letras tienen algo de ese terreno interior propio en el que ellas pueden verse reconocidas y no aisladas, véase el fragmento de A place in the world: Don't know what's down this road, I'm just walking / Trying to see through the rain coming down / Even though I'm not the only one / Who feels the way I do. / No conozco esta calle, solo camino / intentando ver a través de la lluvia, / pensando que no soy la única / que se siente así”.

© Sara Alarcón


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