martes, 26 de abril de 2016

VICENTE ALEIXANDRE: "LA MEMORIA DE UN HOMBRE ESTÁ EN SUS BESOS"





                                                                                              Jesús A. Salmerón Giménez
                                                                                                          Entre tanta efeméride que celebramos en Notas, faltaría más que no conmemorásemos como es debido el aniversario del nacimiento de ese hombre bueno que fue, y poeta inmenso que era y es, Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984). Como ha escrito el periodista y poeta Antonio Lucas, "Es uno de esos premios Nobel que tenemos por ahí traspapelados, un poeta que consumió más de media vida tumbado para poner en pie una escritura de profundidades inesperadas e imágenes perdurables, de fecundaciones irracionales con una luz febril de paraíso".

Aleixandre, alto y esencial, extraordinario escritor (y nuestro penúltimo premio Nobel), es el gran poeta surrealista del siglo XX. Su palabra, viva, necesaria, sigue (y seguirá) habitando, sombra y luz del paraíso, la imaginación, la inteligencia, la sensibilidad, de nosotros, los lectores que no dejamos de buscar el fulgor, la pasión de vivir en la poesía.

El poema "Se querían" tiene una intensidad que atraviesa eones de tiempo y conturba el universo.

SE QUERÍAN
Se querían. 
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando… 
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, 
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos 
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida, 
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, 
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal, 
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
                                     Vicente Aleixandre, de La destrucción o el amor.

 © Jesús A. Salmerón Giménez

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