Jesús A. Salmerón Giménez
Cuando
era joven e indocumentado, en una tarde remota de los inicios de los años
setenta, descubrí en un anaquel de Multimueble, que tenía mi hermano Paco, unos
libros de relatos de García Márquez, en ediciones de bolsillo, que habrían de
cambiar mi percepción de la literatura y del mundo: La hojarasca, Los funerales
de Mamá Grande, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su
abuela desalmada, Ojos de Perro Azul… De repente, en mi pequeña habitación,
sitiada la atmósfera cerrada y acre del franquismo, entraron el olor de la
guayaba y de la papaya verde, la luz violenta de los trópicos, los nombres de
personajes -relatos en sí mismos pletóricos de magia- misteriosos y rotundos
(Eréndira, Aureliano Buendía, Amaranta Úrsula y Gastón...), un territorio
mítico (Macondo) y unos poderosos malvados (United Fruit Company). Y ya nada
volvió a ser lo mismo.
Gracias,
Gabo.
© Jesús A. Salmerón Giménez
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