lunes, 7 de marzo de 2016

LA VERDAD DE BERTA CÁCERES

                                                                                Rosa Campos Gómez

«La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.»                                                                                                                       Miguel de Cervantes
                                                                                                    


Duele la vida que han truncado de Berta Cáceres, como la de todos sus compañeros que defienden su tierra y su identidad (muertes que la activista hondureña denunció pocos días antes de que fueran a por ella). Como la de quienes han sido víctimas de tanta ignorancia, de la mala,  mortífera, que no se queda en su recinto sino que sale a aniquilar cuanto toca, como si fuese dueña de los latidos de los corazones sanos.

Escribió  Freud que «el amor y el trabajo son los pilares de nuestra humanidad», y en otra ocasión,  en respuesta a una pregunta que le hicieron a cerca de donde estaba la constatación de la cordura, vino a confluir en lo mismo, que  la única medida que conocía para saberlo  estaba en si la persona amaba y trabajaba.

Amar y trabajar, en sus máximas expresiones  y conceptos, fue lo que hizo esta gran mujer, llena de arrojo, defensora de comunidades indígenas que han sido tradicionalmente empobrecidas y excluidas. Que trabajó arduamente y sin tregua porque se oyera la demanda de justicia, respeto y dignidad de su pueblo.   La cordura  habita en quien defiende los Derechos Humanos y  los de la Naturaleza, la locura (en el sentido más alienante, y excluyente de toda poesía) está en quienes destruyen la vida, las vidas, como han hecho con la de esta necesaria líder indígena. Mas seguirá entre nosotros con una presencia indestructible y perenne, amando y enseñando a amar con esa verdad que nos vincula y nunca se quiebra.



Berta Isabel Cáceres Flores (4 de marzo de 1973 - 3 de marzo de 2016, La Esperanza, Honduras),  perteneciente a la comunidad Lenca, activista del Medio Ambiente y feminista, cofundó en 1993 el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), para luchar contra la privatización de los ríos y los proyectos de presas hidroeléctricas de privatización de los inversores internacionales.

Quería la paz (rechazó la creación de bases militares extranjeras en territorio hondureño), y defendió que a las gentes de su pueblo les perteneciera el suelo de su pueblo (denunció la expropiación de sus territorios y las carencias en los sistemas de salud y agrícola). Sabía el valor de la tierra en libertad.




En abril de 2015 recibió el Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas del Medio Ambiente (conocido también como el «Nobel Verde»), y al recogerlo dijo:

«En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales el pueblo Lenca, resguardados además por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta.

El COPINH, caminando con otros pueblos por su emancipación, ratifica el compromiso de seguir defendiendo el agua, los ríos y nuestros bienes comunes y de la naturaleza, así como nuestros derechos como pueblos.

¡Despertemos! ¡Despertemos Humanidad! Ya no hay tiempo.

Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.

El Río Gualcarque nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados. Debemos acudir.

La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se violan sistemáticamente los derechos elementales, nos exige actuar.

Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida.

Juntémonos y sigamos con esperanza defendiendo y cuidando la sangre de la tierra y los espíritus.

Dedico este premio a todas las rebeldías, a mi madre, al Pueblo Lenca, a Río Blanco y a las y los mártires por la defensa de los bienes naturales.»

Que la fuerza de su amor a la Naturaleza, a todo lo bueno que contiene, cale en cada una de las personas que la habitamos, para construir «sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida».


                          © Rosa Campos Gómez


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