Jesús A. Salmerón Giménez
Antonio Machado (Sevilla, 26 de julio de 1875 - Colliure, 22 de febrero de 1939)
La
fatalidad del destino le llevó, en aquellos últimos días de la vida del poeta Antonio Machado, a morir en el exilio y
a convertirse en símbolo de aquella terrible diáspora española. En Collioure,
aquel hombre esencialmente bueno y extraordinario poeta, fue acogido por la
gente sencilla con una conmovedora generosidad y calidad humana (¡qué lejos de
la deplorable actitud de los dirigentes franceses de aquella época, que nada
hicieron para ayudar al gobierno legítimo de la República española!). Su
hermano José sería el mejor cronista
de aquellos último días, “Él desveló su último verso —escrito a lápiz en papel
arrugado: “Estos días azules y este sol de la infancia…”—, su último deseo (“Me
dijo señalando a una de las humildes casitas de los pescadores que había en la
playa: Quien pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya, de toda
preocupación”) y acaso su última voluntad: ser enterrado en aquel pueblo
marinero mientras continuase la guerra”. Setenta y siete años después de su muerte el inmenso poeta está más vivo que nunca y
nos dejó mucho para celebrar: un espejo de los españoles íntegros, un ejemplo
humano (y político) imborrable, y un modelo literario (“que nos enseña que el
mejor modo de ser profundos es ser comprensibles” Prados), sin el que no se entendería la lírica contemporánea y, lo
más importante, unos libros que se leen con perdurable emoción.
Como
modesto homenaje, dejo aquí un florilegio en el que algunos poetas expresan
líricamente los sentimientos que les inspiró la muerte del poeta exiliado.
CAMPOSANTO EN
COLLIOURE
Ángel González
Aquí paz,
y después gloria.
Aquí,
a orillas de
Francia,
en donde Cataluña
no muere todavía
y prolonga en
carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco's
Show»
esa curiosa España
de las ganaderías
de reses bravas y
de juergas sórdidas,
reposa un español
bajo una losa:
paz
y después gloria.
Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
—paz
y después...—
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria
sombría e inclemente.
Sí;
después gloria.
Al final del
verano,
por las
proximidades
pasan trenes
nocturnos, subrepticios,
rebosantes de
humana mercancía:
manos de obra
barata, ejército
vencido por el
hambre
—paz...—,
otra vez desbandada
de españoles
cruzando la
frontera, derrotados
—...sin gloria.
Se paga con la
muerte
o con la vida,
pero se paga
siempre una derrota.
¿Qué precio es el
peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
—«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes,
hojas...—,
ante la gloria ésta
—...de reseco
laurel—
que yace aquí,
abatida
bajo el ciprés
erguido,
igual que una
bandera al pie de un mástil.
Quisiera,
a veces,
que borrase el
tiempo
los nombres y los
hechos de esta historia
como borrará un día
mis palabras
que la repiten
siempre tercas, roncas.
ONDAS DE RADIO
(fragmento)
Raymond Carver
Entonces,
Machado, ¡su poesía!
Era
como un hombrecillo mayor que se vuelve
a
enamorar. Una cosa digna de observar,
y
embarazoso, además.
Y
llevo tu libro a la cama conmigo
y
me duermo con él a mano. Un tren pasó
en
mis sueños una noche y me despertó.
Y
lo primero que pensé, el corazón acelerado
allí
en el dormitorio a oscuras, fue esto:
Todo
es perfecto, Machado está aquí.
Entonces
me volví a dormir.
Hoy
llevé tu libro conmigo cuando salí
a
dar mi paseo. «¡Presta atención!» -decías,
cuando
alguien preguntó qué hacer con su vida.
Conque
miré alrededor y tomé nota de todo.
Luego
me senté al sol, en mi sitio
de
junto al río desde donde puedo ver las montafias.
Y
cerré los ojos y escuché el sonido
del
agua. Luego los abrí y me puse a leer
«Abel
Martín».
Esta
mañana pensé mucho en ti, Machado.
Y
espero, incluso cara a lo que sé de la muerte,
que
recibirás el mensaje que pretendo enviarte.
Pero
está bien aunque tú no lo recibas. Que duermas bien.
Descansa.
Antes o después espero que nos veamos.
Y
entonces yo podré decirte estas cosas directamente.
EL “WINNIPEG” Y
OTROS POEMAS
Pablo Neruda
La
guerra civil –e incivil- de España agonizaba en esta forma: con gentes
semiprisioneras, acumuladas por aquí y allá, metidas en fortalezas, hacinadas
durmiendo en el suelo sobre la arena. El éxodo rompió el corazón del máximo
poeta don Antonio Machado. Apenas cruzó la frontera se terminó su vida. Todavía
con restos de sus uniformes, soldados de la República llevaron su ataúd al
cementerio de Colliure. Allí sigue enterrado aquel andaluz que cantó como nadie
los campos de Castilla.
COLLIURE, FEBRERO
Francisco Giner de los Ríos
Detrás del Canigou
de azul y nieve
me llamaban los
cerros españoles
y yo soñaba aviones
en Toulouse
o barcos por las
costas de Levante
que llevasen a
tierras de Castilla.
Pesaban la amargura
y la derrota,
las horas del
Perthus y la frontera,
pero aún no era
desierto aquel desierto
de Vernet con sus
prados y pinares,
sino tregua en la
lucha no acabada.
Y de repente una
mañana supe
-y su luz toda se
nubló en los ojos-
que en Colliure,
frente al mar, en el silencio,
se apagaba la sien
de don Antonio
y el corazón de
España se callaba.
AGONIA D’ANTONIO
MACHADO
Salvador Espriu
Arran de l’amplitud
vinc a morir,
en un tranquil
rompent del mar antic.
Arribo de la por
d’enllà dels cims,
d’on gossos folls rabent baven la nit.
S’emmirallaven alts cels cristal.lins
en el nascut a la
vora d’un riu.
A frec d’un altre t’atures, respir,
just quan et pensen somnis massa prims.
Els teus cabells no
semblaven de lli,
però ferien, amor,
de tan fins.
Aviat ventres tous
quedaven tips
de les engrunes de
magres bocins.
Rengleres d’àlbers m’obren llarg camí,
em vaig perdent atret per llunyans brills.
Ocell d’abismes,
fuig del vesc de nius,
de la foscor
d’olives i raïms.
Jo, l’home bo, senzill, contemplatiu,
enmig de gent somric amb ulls petits.
Em llencen, en
captar, paraules vils:
les torno d’or,
cançons d’un poble trist.
Després de tant
esforç, què vols de mi?
Sóc dalt del bot
sense rems ni proís.
Anem-nos-en avui
ones endins,
alliberats de carn i d’esperit.
No triguis, mare.
Solcarem perill,
veurem el llot de
l’ànima, la fi.
© Jesús A. Salmerón Giménez
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