domingo, 14 de febrero de 2016

ESA DESCOMUNAL CLASE DE ENAMORAMIENTO

                                                                                                       Rosa Campos Gómez

1
Que el amor no tiene fecha estática  es una de las verdades más inmutables que existen, pero por no desaprovechar el pie que da un día como hoy, no está de más decir que el amor de enamorados se  muestra muy elástico cuando se siente en su esplendor, abarcando  entre  sus círculos  a cuanto se va encontrando en el camino, "manchando" con su color incluso  a lo político y social (si no se le ahoga).

Miguel de Cervantes escribió sobre esa descomunal clase de enamoramiento,  y como ser clásico consiste en seguir de moda por los siglos de los siglos, esa es la razón primigenia por la que está (o debería estar) de plena actualidad, ya que tal y como vemos el mundo, se necesita amor, gente enamorada que salga  a las calles para  conseguir un mundo mejor  y entregarse,  tras ser artífice de la justicia, al ser amado.

Alonso Quijano,  ya cincuentón (persona que, por aquel entonces, se consideraba mayor y para escasas empresas), se “reinventó” en Quijote, dejando así constancia de la avanzada modernidad de su creador;  y quiso convertirse en caballero andante  con deseos de establecer un bien social, echándose a los caminos con una intención suprema: proteger a los débiles y destruir el mal para hacerse merecedor del amor de Dulcinea del Toboso.   ¡Ay, si algunos políticos  (y afines en gestión de mando) se apuntaran esta receta y se enamoraran en realidad como es en la ficción! 

2Como saludable y ambicioso proyecto  de un Cervantes enamorado,  veo ese querer luchar por lo mejor para que otra persona vea lo mejor de uno mismo, ubicándolo  en la excelencia del sentimiento, de la pasión…  Aldonza Lorenzo, antes de ser vista por Alonso Quijano y Sancho Panza, fue mirada, deseada y amada por él (imagino), hasta el punto de recrearla (completándola) en Dulcinea, erigiéndola  desde su mejor yo, ése tan íntimo  al que sólo saben dar pábulo quienes de verdad aman; también lo hará Pedro Salinas (1891-1951)  poniéndole voz escrita:  «…es que quiero sacar / de ti tu mejor tú./ Ese que no te viste y que yo veo, / nadador por tu fondo, preciosísimo»,  porque Dulcinea está en el fondo preciosísimo de Aldonza, cubierta con la carnalidad y vitalidad que emana de la mujer que se va haciendo a sí misma, que sabe del valor de las cosas pequeñas y las disfruta, que se va puliendo hasta alcanzar el «nuevo linaje» (su propia forja) en el que todos los refinamientos insulsos de un rancio abolengo le restarían identidad; la imagina  con toda la dulzura (que se haya en ambos nombres, uniéndolos en significado) que precisa el amor. 

3
Don Quijote le escribe una carta a pesar de que conoce que ella no sabe leer ni escribir, dando de nuevo nuestro autor una zancada de gigante, situando a  la amada  de su caballero en la realidad, ya que la mujer no tenía acceso a estos necesarios conocimientos (que serán menos cuanto más se pertenezca a la base de la pirámide del estrato social), y aún así es única, “sin par”,  augurándole un futuro mejor diseñado en ese flamante linaje que le vislumbra, sintiéndola digna de las altas palabras de amor que le escribe  desde la montaña, como símbolo de la altura y fuerza del sentimiento (quien ama, crece por dentro):

CARTA DE DON QUIJOTE A DULCINEA DEL TOBOSO (1)
Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte,
                                                                                                El Caballero de la Triste Figura

(1)  no es en mi pro: ‘no está a mi favor’; afincamiento: ‘humillación’; maguer que: ‘aunque’; asaz de sufrido: ‘muy capaz de sufrir’; acorrerme: ‘socorrerme’.


Las mujeres, como los hombres, leen y escriben  (un placer para Cervantes si lo viera) palabras de amor que parecen responder a don Quijote en estos cuatrocientos años. Podríamos citar miles de los escritos por ellas, pero, por hoy y aquí, estos versos, escritos por Anabel Caride, en el poemario Lloverá sobre tu nombre, bien pueden representar este hacer poético femenino:

Nunca comprenderás cuánto te extraño
al tomarme un café, mudo testigo,
cuando suena la música que acaso
preservé del olvido.

Cuando vuelve el invierno a visitarme,
tu paisaje resuena en mis oídos,
cordilleras nevadas, miel caliente
que viene a derretirse con tus mimos.

Nunca comprenderás que son mis manos
el lenguaje que un día me inventé
para palpar la piel que me regalas
como un atardecer.

Tal vez esta oquedad que nos separa
no sepa de fronteras:
solo sé que te miro y calla el tiempo,
que el mundo se detiene y nos espera.


ÍNSULA BARATARIA
Cuando encuentres el área del triangulo,
ven a verme a mi ínsula.
No precisa tarjeta de invitado
quien late en sus arterias;
llegaste como llegan los afluentes
que acaban en el mar sin pretenderlo.
Mis orillas aguardan con nostalgia
que olvides despedirte.  


Que amemos con amor del que lo impregna todo. La ficción literaria también es maestra. Que sea hoy y que reincida,  como un pan nuestro de cada día.


...

Imágenes:
1. Marc Chagall. El cumpleaños (1915).
2.Charles Robert Leslie. Dulcinea del Toboso (1839).
3.Marc Chagall. Los enamorados de Vence (1957). 

© Rosa Campos Gómez

5 comentarios:

  1. Lo de la carta de Don Quijote a Dulcinea es lo mismo que ocurre con un amante que expresa a la amada todo lo que siente y ella hace oídos sordos o lo desprecia, que Cervantes lo expresa de ese modo. Es lo mismo que no atreverse a decir lo que se siente, y lo dice en conciencia, solamente a sabiendas que la destinataria no lo entenderá, ni podrá obtener respuesta de ella. De ahí el tono de amargura que hay en la carta. Interesante tema, como todos los temas sicológicos que toca Cervantes.

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  2. Interesante punto de vista , Pedro Diego, el que expones. En la relación que se daba en las novelas de caballería, entre caballero y dama tenía que haber alguna causa de prohibición que ponía obstáculos al amor entre ambos. Es posible que Cervantes pusiera en el pensar de Don Quijote ese obstáculo a través de esa ausencia (que describe con tan bella metáfora) y esa falta de atención por parte de Dulcinea hacia nuestro caballero andante, causa que, a pesar de todo, no le impide amarla, que es lo máximo a lo que se puede aspirar en ese mundo de emociones. Algo sobre esto quise ponerlo por escrito en la entrada antes de publicarla pero el andar en ese momento justa de tiempo me lo impidió. Lo cierto es que con la relectura del Quijote, percibo enfoques distintos a los de la lectura anterior, y a la vez me sigue asombrando esa capacidad de escribir una historia de amor y de humor, creo que a partes iguales, con lo que la tristeza, al único sitio que conduce es a la ternura.
    Es un buena invitación a entrar en la sicología de Cervantes, como bien dices.
    Muchas gracias por tu sugerente comentario, que ha dado pie a este diálogo sobre el autor que tanto admiramos.

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    1. Muchas gracias, Rosa Campos. Acabo de encontrarlo por casualidad. Un honor contestarle a don Quijote desde mi pequeña parcelita de poeta de nuestros días. Quien lo hubiera imaginado cuando los escribí.

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    2. Quién (qué teclado más comprometido).

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    3. Anabel Caride, fue un placer conocer tu poesía -por la que te doy la enhorabuena- y poder compartirla vinculándola a este texto sobre nuestro legendario y entrañable don Quijote. Me alegra que lo hayas encontrado. Muchas gracias por tus poemas, y por el comentario.

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