Rosa Campos Gómez
No hemos leído a Cervantes todo lo que sería necesario y aun así nos es cercano. Sentimos que su nombre de alguna manera nos pertenece, que los personajes que dan vida a Don Quijote de la Mancha son también nuestros. Cervantes es para eruditos y para el pueblo llano, es para todos, nos dice cosas vivas, que trascienden a los siglos, y cuatro son una buena cifra para corroborarlo.
La latitud manchega se hizo sublime, a pesar de que hubiera un nombre destinado a no ser recordado, y muchos de los diferentes oficios de esta tierra pasaron a ser cuerpo de novela. Los altos ideales y los desengaños, las aspiraciones fallidas y la grandeza de la sencillez, el amor y la idealización con que se adorna se nos inyectan con Don Quijote, Sancho Panza, Dulcinea-Aldonza, Dorotea-princesa Micomicona… Ingenio, gracia, humor, tristeza... Mas su legado abarca más y lo sabemos (aunque pocas veces sea por inmersión en sus textos), y si no lo sabemos, cada ahora es el mejor momento para entrar en cualquiera de ellos.
Confieso que desconozco todavía mucho de su obra y de su vida, quizá sea este el motivo por el que me proponga hacer algunas anotaciones sobre ambas (lo nuevo hallado y lo recordado) y sobre las asociaciones que con otros temas puedan surgir; haciéndolo poco a poco, como un divertimento que me gustaría compartir, que comparto.
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616), escritor, grande entre los grandes. Cuatrocientos años viviendo en la memoria colectiva.
No nos ha llegado su imagen en retrato pintado o dibujado en persona, sin embargo tenemos uno inmejorable, el que nos dejó reflejado en sus palabras:
«...El cual amigo bien pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja deste libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáurigui, y con esto quedara mi ambición satisfecha, y el deseo de algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones en la plaza del mundo, a los ojos de las gentes, poniendo debajo del retrato: Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso,... y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros... »
Pertenece al Prólogo de Novelas Ejemplares (publicadas en 1613). Mucho de sí nos dice en este magnífico autorretrato escrito, en el que vemos un alto concepto de la realidad, y humildad (entendida como sentido de lo verdadero) con que se trata, sin temor a decir lo que en su físico se halla mejor y peor, y sin resentimientos hacia la faz más dura de la vida en los tiempos en que ésta le fue mostrada.
Una esplendida autofoto (selfie en la lengua de Shakespeare, que murió a pocas horas de nuestro escritor, en el mismo mes y año, y a quien le llueven los homenajes) realizada desde su palabra, escrita en nuestra hermosa lengua común.
1. Retrato atribuido a Juan de Jáuregui (actualmente en la Real Academia Española), que ha servido de modelo a muchos otros. No es el que cita Cervantes en el prólogo (única alusión que se tiene del único retrato que parece ser se le hizo en vida), fue pintado tras su muerte, basándose, seguramente, en los rasgos descritos por el escritor .
2. Retrato probable de Juan de Jáuregui, que aparece en el siguiente artículo de ABC: «Cervantes, un genio sin rostro » (http://www.abc.es/cultura/20150423/abci-cervantes-genio-rostro-201504221452.html), con las palabras siguientes palabras a pie de imagen: «Supuesto retrato de Miguel de Cervantes atribuido a Juan de Jáuregui, de la colección del marqués de Casa Torres - abc»
© Rosa Campos Gómez
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