Jesús A. Salmerón Giménez
Misterioso asesinato en casa de Cervantes -libro con el que Juan Eslava Galán ganó el último Premio Primavera de Novela- se
centra en uno de los últimos infortunios que vivió el autor del Quijote cuando
era ya un "hombre viejo y fracasado":
a las puertas de la casa de Cervantes aparece el cadáver de un hidalgo de
nombre Gaspar de Ezpeleta, circunstancia que, además de venir pintiparada para
una novela negra, provocó que nuestro héroe de Lepanto “la más alta ocasión que
vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”,
acompañado de sus hermanas y sobrinas (las no menos misteriosas -y siempre
“entre lenguas"- Cervantas) diera de nuevo con sus desdichados huesos en
las cárceles del rey (los mismos por los que, cuatrocientos años más tarde,
tanto se afanarían en recuperar, una legión de científicos armados con
tecnología punta, en el Convento de las Trinitarias en Madrid).
La
novela, con "las licencias necesarias para facilitar la lectura al
lector", intenta remedar el estilo de la época (además de en el lenguaje
–por cierto, de extraordinaria riqueza-, la extensión del libro es más o menos
el de una novela ejemplar de Cervantes y el título de los capítulos es también,
a imitación de aquellas, explicativo) y el color de aquellos años convulsos de
la España del Siglo de Oro, agotada por las guerras y con sus calles llenas de
pícaros, tullidos y busconas. Y resulta fiel a los hechos históricos, además de
estar escrita con admiración y respeto por la figura del autor de El Quijote
(la primera novela moderna y la mejor de todas ellas). No
obstante, a pesar de lo dicho, la verdadera protagonista de la novela es la
bella, graciosa y perspicaz Dorotea (¡Ay, como la de Lope!), un personaje
femenino que nada tiene que ver con el de mujer sojuzgada y analfabeta, que
podemos definir como estándar en la literatura de la época. Las Cervantas saben
más que los ratones coloraos, y, desde luego, leer y escribir: En la familia
existía la tradición de que la mujer tenía que aprender a valerse por sí misma
(de todos es sabido que la visión que tiene Cervantes de la mujer es muy
adelantada para su época). Esta reivindicación de la mujer, de su fuerza, sabiduría y buen hacer, es, a mi juicio, otro
punto fuerte de esta deliciosa novela, que se lee como un episodio cervantino
más.
En
resumen, la novela -histórica, con trama noir- mantiene el interés, se lee
rápido y nos lleva ante la inmensa figura de Cervantes, que a mí, a pesar de
que la intriga está bien construida, es lo que más me interesa, porque tengo
una gran familiaridad con él (don Miguel es, aunque no tenga plato en la mesa,
uno más en mi casa), lo leo continuamente y me interesa todo lo referente a su vida
(por cierto, con más puntos oscuros que Plutón).
Imágenes:
1. Dorotea, grabado de Gustave Doré (Estrasburgo 1832- París, 1883), de la edición en italiano De Quijote, que hizo E. Perino en 1888.
2. Miguel
de Cervantes, atribuido a Juan de Jáuregui
(Sevilla,1583 - Madrid,1641), pintor, poeta y teórico literario español
del Siglo de Oro.
© Jesús A. Salmerón Giménez
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