sábado, 24 de octubre de 2015

ROSA PARKS, CUANDO EL NO ES NECESARIO

 Rosa Campos Gómez



Rosa Parks (Tuskegee, Alabama, 4 de febrero de 1913 - Detroit, Míchigan, 24 de octubre de 2005), fue una mujer importante para la sociedad entera,  porque se negó a levantarse, desobedeciendo de forma pacífica e inteligente.

Corría el año 1955 y EE UU cosechaba,  en pintura, la primera generación de expresionistas abstractos con Jackson Pollock, Willem de Kooning y Mark Rothko a la cabeza, y  con el Pop Art abriendo la puerta de entrada; en  literatura, J.D. Salinger (El guardián entre el centeno, publicado cuatro años atrás), era un ídolo de lectores, y la  Beat Generation,  con Jack Kerouac y El Camino en primera línea, eran la vanguardia; y en cine  se estrenaba La noche del cazador,  única dirigida por  Charles Laughton, y una de las grandes de la historia cinematográfica. La mujer, que en los años cuarenta se había visto más implicada en actividades laborales y sociales fuera del hogar, en los cincuenta, por todos los medios publicitarios al alcance se había tratado de que sus actividades se volcaran en el hogar y la familia, en un paraíso hecho para ellas.



Pero a pesar de tanta modernidad y genialidad cultural, y tanto sosiego deparado a las mujeres, la segregación racial era tremenda: los ciudadanos negros eran considerados inferiores a los blancos, hasta tal punto que, sobre todo en el sur del país, los negros nacían en hospitales separados y  después de una vida en la que no podían estudiar en las escuelas para blancos, ni viajar en sus asientos, ni comer en sus restaurantes, ni orinar en el mismo retrete público... los enterraban en zonas diferentes.

Y  en este contexto, un 1 de diciembre  de aquel año, Rosa Parks, una mujer negra, modista de oficio, y activista en la lucha por los derechos sociales (secretaria desde 1950 en la National Association for the Advancement of Colored People en Montgomery, Alabama),   tuvo la dignidad  de no levantarse del asiento del autobús para dejárselo a un blanco, algo que con 15 años ya hizo Claudette Colvin, también afroamericana, de Alabama, unos meses antes, pero sin alcanzar la repercusión que tuvo con Parks, ala que encarcelaron por este «delito», pero nadie de los que padecían estas injusticias sociales se calló, y junto a ellos el pastor  Martin Luther King y la activista Johnnie Carr,  organizando a su gente para que no tomaran los autobuses, generando una huelga, que duró 381 días, y que concluyó con la resolución del Tribunal Supremo que ilegalizó los autobuses con departamentos de segregación en la ciudad (los negros tenían subir pagar al conductor y luego bajar y montarse por la parte de atrás donde tenían destinados sus asientos, que ocupaban la mayoría de estos vehículos por que los tomaban más que los blancos, y si los destinados a los blancos estaban ocupados, los negros se tenían que levantar de los suyos y cedérselos a aquellos). Aquella decisión judicial fue una de las primeras piedras para construir la Ley de Derechos Civiles en EE UU, que se promulgaría en 1964

El «delito»  por el que la encarcelaron fue por el de «mala conducta de una costurera cansada» ,  sin embargo ella,  en My Life, su autobiografía, deja escrito que no es verdad que estuviera físicamente cansada sino «cansada (harta) de ceder» .


Con Rosa Parks vemos la dignidad y la calidad de vida que reporta el decir No a lo injusto,  y nos invita a mirar  cerca y  lejos de nuestro entorno (como sociedad planetaria), también ahora,  y ver  qué causas sociales-políticas-humanitarias nos siguen segregando,  y comprender que están esperando nuestro No.

© Rosa Campos Gómez

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