Jesús A. Salmerón Giménez
El caprichoso azar ha querido que la conmemoración del Día internacional de erradicación
de la pobreza coincida con la efeméride del nacimiento de Miguel Delibes (Valladolid, 17 de octubre de 1920 - Valladolid, 12
de marzo de 2010). El hombre que defendió, en la vida y en su literatura, a los
desposeídos y les dio, en sus (prodigiosos) libros, la voz que habían perdido
en la maleza; y les devolvió la dignidad que les quiso arrebatar la vida, vino
al mundo -a Castilla para ser más precisos, a «una
Castilla seca, dura, pobre, trabajadora, donde la escasez es escasez y no
literaria austeridad» (Umbral)-
el día señalado para recordar a los pobres, a los desheredados del mundo (en
España, más de trece. millones de personas (mal) viven por debajo del umbral de
la pobreza , según las últimas -y desalmadas- estadísticas), como si estuviera
predestinado a ello.
Este
castellano conciso y recio «un chopo alto y
solitario, puntiseco, dominando un mar de surcos con los trigos apuntados»,
nos mostró, desde dentro, los mecanismos de la pobreza y los prejuicios
hondamente arraigados en relación a ella, y el gran abismo que media entre la
riqueza y la miseria. Y lo hizo desentrañando Castilla, de cuyas gentes y
tierras nos dio una visión real, no idealizada, alumbrándola de manera
extraordinaria en sus novelas, y a través de ella alcanzó la universalidad de
su obra. Las vidas truncadas por la pobreza, marcadas por la crueldad y la
miseria, están representadas en la memorable galería de sus personajes. En Los santos inocentes (para mí, en
esencia, nuestros Miserables), en Azarías, Paco
el Bajo, Régula, la Niña Chica…encarnan a los oprimidos de
la Tierra.
Como
él mismo confesaba en el discurso que pronunció al recoger el premio
Cervantes, los personajes de Miguel
Delibes no sólo han formado parte de él, son él, sus miedos, sus pasiones, sus
escenarios. Y por ahí andan, en la eternidad de un libro, nutriendo la
imaginación y la inteligencia de los lectores:
Los niños
de El camino, el Senderines de La mortaja,
o el Nini, de Las ratas; don Eloy, de La hoja roja; el viejo jubilado de El patio
de vecindad; o Nilo, el Viejo, protagonista del cuento Los nogales. Cecilio Rubes de Mi idolatrado hijo Sisí, el señor Cayo, Pacífico Pérez, el
maravilloso, y antes citado, Azarías
de Los santos inocentes o el último, Cipriano Salcedo…
Este inmenso escritor, que encarna el alma noble y austera del castellano, nos sigue dando una lección literaria, pero también moral, a través del tiempo, y lo hace, por encima de la importancia de sus historias y su prosa, por medio de sus enormes protagonistas, que viven de verdad, habitan y alientan nuestra memoria, y permanecerán para siempre en el haber sentimental del lector que "no deja de buscar el fulgor de la vida y la pasión moral en la literatura" (Antonio Muñoz Molina).
En este día, en el que desde distintos medios e instituciones se insta a no perder de vista nuestra obligación fundamental de eliminar la pobreza en todas sus formas, recordemos también a Miguel Delibes, quien se mostró siempre solidario con ellos y les dedicó –a poner fin a la marginación de las personas que viven en la pobreza y a desentrañar y combatir esa terrible injusticia-, lo mejor de su alma, lo mejor de sus libros.
© Jesús A. Salmerón Giménez
Como es natural,de acuerdo con tus comentariospara mí de lo mejor de nuestro mediado sigloxx.No quiero olvidarme de Cinco horas con Mario que habla de otra pobreza,la incomunicación de la mujer y sus pequeñas frustraciones .,en contraposición a Ángeles,La mujer de rojo,su querida compañera,mujer plena y colaboradora con él.
ResponderEliminarDos retratos maravillosos de mujeres,que nos siguen conmoviendo. Gracias, Maite.
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