viernes, 9 de octubre de 2015

EL PERGAMINO DE SHAMAT, DE PEDRO DIEGO GIL LÓPEZ


                                                                                                                        Rosa Campos Gómez




Si abrimos las páginas de El pergamino de Shamat, de Pedro Diego Gil López, editado por  Atlantis en 2013, nos vamos a encontrar con un libro en el que se entreteje la literatura y la historia, narrado en primera persona por el protagonista (al que identificaremos con dos nombres, Diego y Shamat),  a modo de memoria de las duras circunstancias que sufrió desde la niñez  hasta una juventud avanzada y a las que pudo sobrevivir gracias a su alto conocimiento del juego del ajedrez.  

La narración transcurre en un tiempo  y unos espacios conocidos históricamente: los años en que finaliza el Medievo y se asoma el Renacimiento en el ya asentado Reino de Murcia y un agonizante Reino de Granada,  siendo, sin embargo, en el terreno literario, nuevos los temas centrales que se  abarcan a lo largo y ancho de sus 758 páginas.
Las religiones y las culturas de cada reino están bien imbricadas entre los suyos y enfrentadas entre ambas. Sin embargo los encuentros entre  los componentes de las mismas pertenecientes  al bajo sustrato social serán los que den juego a la mayor parte de esta historia que arranca en la Villa de Cieza en las últimas décadas del siglo XV, donde vive la familia del niño Diego y donde el viejo judío Abraham enseñará al pequeño a jugar a tallar las piezas de ajedrez ya a jugarlo y entenderlo como metáfora de los juegos de la vida. También lo acercará el conocimiento de los clásicos griegos y latinos, y de la cultura judía y musulmana, instruyéndolo en el conocimiento de diferentes lenguas . Cuando ya lo ve preparado, con aptitudes y actitudes, le hace entrega de un pergamino, pidiéndole que lo esconda y comunicándole que ya sabrá cuando y a quien entregarlo. 

En su juventud y en Siyâsa , el hermoso pueblo árabe  ya por entonces abandonado, conocerá el protagonista  a la musulmana Zafira, hija del Velador de Siyâsa, que será la mujer a la que ame, aunque no será la única.
La entrada de la huestes árabes que atacaron la villa ciezana (en la que el autor deja entrever que la búsqueda del viejo pergamino es el móvil principal), la llegada a Granada de los cautivos, entre los que se encuentran Diego y Zafira, la suerte que le depara el saber jugar al ajedrez y el identificarlo como el cancerbero del viejo pergamino, harán que Diego, en tierras granadinas Shamat, viva una serie de peripecias  dignas de las buenas novelas de aventuras, en las que los piratas tienen su porqué, los astrónomos y magos también son picaros, y hablan de La Cábala, de alquimia, de astucias; donde se busca el oro y se encuentran a criaturas desvalidas, donde la carne sufre por látigos y golpes, por sed y hambre («los meses pasaron sobre  Granada como grandes buitres»)  donde se penetra en palacios en los que se aprecian los olores  de los ambientes y de la gente y los sabores de los manjares.


P. D. Gil López , nos muestra con su estilo propio, la belleza de los paisajes de la vega ciezana, del Yacimiento Islámico de Siyâsa («Quería alejarme de mi casa y salvé las largas sendas en cuesta que llevaban hasta la vieja medina mora, retomé el cerro donde se alzaban las viejas torres […]  El viento corría encaprichado del lugar»);  de la Alhambra, donde transcurre buena parte de la trama; de los sentimientos eróticos que siente el protagonista  hacia tres mujeres, dos de las cuales tendrán mucho que ver con el pergamino. Es pródigo en adjetivos con los que nutre cada uno de los abundantes acontecimientos,  vividos desde las calles a los campos, desde los interiores a los exteriores de la mente. Y lo hace con un vasto conocimiento del lenguaje de la época y un caudaloso desgranaje de términos del árabe hispano, definidos a pie de página  (albornía: vasija grande de barro  vidriado, de forma de taza),   de los trabajos y usos de la tierra, de las plantas y de la flora. Hace coprotagonistas a  personajes  reales que habitaron este periodo de la historia en la que las tres culturas convivieron, no tan pacíficamente  como hubiera podido darse si no se hubiera interpuesto el distanciamiento que deparó la sed de poder, enmascarada con la fe de la religión. Problemas ancestrales que buscan soluciones, y que quizá puedan encontrar  aclaraciones en la vieja piel dibujada a modo de jeroglífico  que entregó el médico judío  a un muchacho, para que lo entregara a quien supiera descifrarlo. Todo ello lo encontramos en la ilustrativa y buena lectura de los hechos y del tiempo que evoca  este interesante libro, que así inicia su andadura: «La primera vez que mis manos sostuvieron una pieza de ajedrez me embargó la sensación de poseer algo mágico.»

Más en 
 Facebook: Pedro Diego Gil López
 Notas revista cultural:  Parajes Ciezanos Desiertos 

Pedro Diego Gil López (Cieza, 1961), realizó estudios de Formación Profesional (Administrativo) y de Capataz Forestal. 
Ha publicado una novela histórica con la editorial Atlantis, titulada El pergamino de Shamat, una obra de 760 páginas. También ha publicado dos relatos breves en el periódico digital El Heraldo del Henares, en la sección Erase un cuento, titulados “La hoja de papel en blanco” y “El grillo de la suerte”,  en varios números de la revista digital Letras del Parnaso,  y  en el periódico semanal El Mirador de Cieza.  Finalista en el XIII Premio Internacional `Sexto Continente de Relato Negro´ 2012, con el título El viejo actor que mató a la injusticia. Participa con un relato en  Matar a quienes manejan la economía. Antología de Relato Negro V (Ed. Irreverentes, 2015))

No hay comentarios:

Publicar un comentario