martes, 29 de septiembre de 2015

MIGUEL DE UNAMUNO

                                                                          Jesús A. Salmerón Giménez

Don Miguel, bueno y valiente.

Tal día como hoy -al igual que Cervantes, a cuyo Don Quijote dedicó un libro memorable-, hace 151 años, el 29 de septiembre de 1864, el filósofo y escritor veía la luz del mundo, que tanto le fascinó, en Bilbao.

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Miguel de Unamuno contribuyó enormemente a la literatura y a la filosofía con una producción íntima y crítica, consecuencia de una profunda reflexión. Este hombre, con su eterna pinta de viejo profesor, siempre me ha provocado un emocionado respeto. Un gran escritor, por el que siento una admiración y simpatía casi adolescente. Pues, además de ser uno de los más grandes escritores de su generación (de entre su ingente obra destaco San Manuel, bueno y mártir, Niebla o Del sentimiento trágico de la vida), demostró a lo largo de su vida una grandeza espiritual y un coraje moral poco usual en el ruedo ibérico, que culminó con aquel ya legendario zas! en toda la boca al fascista tullido de Millán Astray, en medio de una multitud enardecida y fanática, el 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde convergieron la inteligencia más excelsa y la más criminal del momento:

“Éste es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.”

 1. Miguel de Unamuno, pintado por Ignacio Zuloaga.

 © Jesús A. Salmerón Giménez© Jesús A. Salmerón Giménez

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