Jesús A. Salmerón Giménez
Luis Cernuda, el gran
solitario, que en palabras de José Emilio Pacheco "Vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes:
legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno
que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura", nació el 21 de
septiembre de 1902 en Sevilla, “El sur
es un desierto que llora mientras canta”.
QUISIERA
ESTAR SOLO EN EL SUR
Quizá
mis lentos ojos no verán más el sur
de
ligeros paisajes dormidos en el aire,
con
cuerpos a la sombra de ramas como flores
o
huyendo en un galope de caballos furiosos.
El
sur es un desierto que llora mientras canta,
y
esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia
el mar encamina sus deseos amargos
abriendo
un eco débil que vive lentamente.
En
el sur tan distante quiero estar confundido.
La
lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su
niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su
oscuridad, su luz son bellezas iguales.
Cernuda
es uno de los más grandes poetas en castellano y, sin duda, el más actual de la
brillante generación del 27. Sus poemas bellos, perfectos, los leemos siempre
con una honda emoción contenida.
Murió
el 5 de noviembre de 1963 en la Ciudad de México y fue enterrado pocos días
después en la sección española del Panteón Jardín.
La Realidad y el Deseo recoge la obra completa de L. Cernuda
Luis
Cernuda
por
Octavio Paz
Ni
cisne andaluz
ni
pájaro de lujo
Pájaro
por las alas
hombre
por la tristeza
Una
mitad de luz Otra de sombra
No
separadas: confundidas
una
sola substancia
vibración
que se despliega en transparencia
Piedra
de luna
más
agua que piedra
Río
taciturno
más
palabra que río
Árbol
por solitario
hombre
por la palabra
Verdad
y error
una
sola verdad
una
sola palabra mortal
Ciudades
humo
petrificado
patrias
ajenas siempre
sombras
de hombres
En
un cuarto perdido
inmaculada
la camisa única
correcto
y desesperado
escribe
el poeta las palabras prohibidas
signos
entrelazados en una página
vasta
de pronto como lecho de mar
abrazo
de los cuatro elementos
constelación
del deseo y de la muerte
fija
en el cielo cambiante del lenguaje
como
el dibujo obscenamente puro
ardiendo
en la pared decrépita
Días
como nubes perdidas
islas
sepultas en un pecho
placer
ola
jaguar y calavera
Dos
ojos fijos en dos ojos
ídolos
siempre
los mismos ojos
Soledad
única
madre de los hombres
¿sólo
es real el deseo?
Uñas
que desgarran una sombra
labios
que beben muerte en un cuerpo
ese
cadáver descubierto al alba
en
nuestro lecho ¿es real?
Deseada
la
realidad se desea
se
inventa un cuerpo de centella
se
desdobla y se mira
sus
mil ojos
la
pulen como mil manos fanáticas
Quiere
salir de sí
arder
en
un cuarto en el fondo de un cráter
y
ser bajo dos ojos fijos
ceniza
piedra congelada
Con
letra clara el poeta escribe
sus
verdades obscuras
Sus
palabras
no
son un monumento público
ni
la Guía del camino recto
Nacieron
del silencio
se
abren sobre tallos de silencio
las
contemplamos en silencio
Verdad
y error
una
sola verdad
Realidad
y deseo
una
sola substancia
resuelta
en manantial de transparencias.
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