En
su nueva novela, A la Sombra de un Ángel Negro
(Insomnio Editorial, 2015), Fulgencio
Caballero, con su buen y particular estilo, en el que confluyen varios
géneros o subgéneros narrativos (histórico, negro y epistolar), nos introduce
en un tema desde varios enfoques: la historia reflejada en libros y en periódicos de la época, la
historia que se va descubriendo con el paso del tiempo y la intrahistoria, siempre
sugerente, y que en este caso nos ilustra sobre los sentimientos y las condiciones en que vivieron quienes
hicieran lo que hicieran siempre salían perdiendo: los pobres.
La
indagación y el conocimiento de los hechos conduce a un hambre de justicia
que inunda a todas las personas que van
teniendo acceso a ellos, desde los personajes que han sufrido las injusticias a
los lectores que se adentran en el contenido, hambre para la que el autor (no dispuesto a dar cobijo al silencio ni al
olvido), se permite, muy meticulosa y creativamente, diseñar el alimento que la sacie.
Hay
una frase contundente (que se convierte en máxima nada más ojearla) que se nos
muestra al poco de iniciar la lectura: «no es justo rendirse», desde la que F. Caballero nos adelanta y
alerta sobre el contenido de la trama que parte de una insidia que abre un tiempo duro, vergonzoso.
El dolor, la venganza y la fraternidad se filtran por cada una de las páginas, en las que encontramos estampas bien definidas de la vida que llevaban los que trabajaban la tierra de los caciques en el noroeste murciano y en tierras catalanas; riqueza a la hora de describir todo lo que rodeaba a la producción avícola y al embalaje, transporte y venta de huevos en aquellos años; introducción a las costumbres domésticas, por ejemplo la apreciada en Melilla, donde se nos habla del porqué del azul en suelos y techos; el viaje que conlleva, como toda lectura que se precie, a los diferentes lugares de sus escenarios, con nombres de localidades y parajes que quizá no conocíamos y de los que nos gustará saber; el desenmascaramiento de los corruptos y la descripción, exenta de prejuicios, de una revancha; el horror de una guerra, otra más, orquestada por las élites del poder, en la que «son los pobres los que mueren»…
El dolor, la venganza y la fraternidad se filtran por cada una de las páginas, en las que encontramos estampas bien definidas de la vida que llevaban los que trabajaban la tierra de los caciques en el noroeste murciano y en tierras catalanas; riqueza a la hora de describir todo lo que rodeaba a la producción avícola y al embalaje, transporte y venta de huevos en aquellos años; introducción a las costumbres domésticas, por ejemplo la apreciada en Melilla, donde se nos habla del porqué del azul en suelos y techos; el viaje que conlleva, como toda lectura que se precie, a los diferentes lugares de sus escenarios, con nombres de localidades y parajes que quizá no conocíamos y de los que nos gustará saber; el desenmascaramiento de los corruptos y la descripción, exenta de prejuicios, de una revancha; el horror de una guerra, otra más, orquestada por las élites del poder, en la que «son los pobres los que mueren»…
Un argumento sagazmente entretejido, para impedir que se pierda la memoria
de estos hombres que se dejaron la vida cuando la tenían en todo su esplendor, es lo que nos entrega con su propuesta de calidad Fulgencio Caballero
en A
la Sombra de un Ángel Negro; un compromiso
y una invitación, desde el conocimiento, al no olvido a través de la literatura.
© Rosa Campos Gómez
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