Rosa Campos Gómez
MUS.A.S es un proyecto concebido por Miriam Martínez Abellán para exponer en las casas nº 6 y 10 del Museo de Siyâsa, un enclave de atractivo contraste -por lo marcado de la arquitectura andalusí (siglos XII y XIII) junto a la desarrollada en siglo XX-, que
sirve como referente y modelo para los trabajos de esta autora ciezana afincada
en Murcia.
MUS.A.S toma de la mitología griega a las 9 Musas
–deidades nacidas de Mnemósine y de
Zeus, según Hesíodo, en Teogonía–,
a las que con el tiempo, los poetas, científicos y filósofos les levantaron
altares en los bosques y pequeños edificios que llamarían museos, de
donde arranca la denominación actual del
edificio ciezano que en el siglo XXI acoge esta muestra. Miriam M. A. las ha tomado
para arrancar desde la Grecia clásica hasta nuestros días, haciendo un viaje
transversal a través de la historia para descifrar unos códigos de conducta que
a la mujer, socialmente, se le ha ido
deparando. Si bien las plasmadas en su obra presentan distancia con
aquellas clásicas que inspiraban a gente de letras y de ciencia, sí guardan sus nombres, además de cierto paralelismo en los
atributos.
En
estos collages, en los que predomina la
expresión conceptual y una buena dosis de surrealismo, se percibe al vuelo su
impronta, en cuya iconografía, no obstante, vemos resonancias del Pop art, sobre todo de R. Hamilton (1922-2011), porque la autora
mira hacia los años 60,
valiéndose de las imágenes de este determinado periodo, poseedor de una estética hacia la que desde pequeña se ha
sentido atraída –antes incluso de que volviera a la actualidad como moda
“vintage”–, para hacer una crítica
visual de la sociedad, aportando una clara
ironía, denunciando la utilización y sumisión con que se ha tratado a la mujer para mantenerla callada a través de un
consumismo que no pretende otra cosa que otorgarle una vida gregaria.
Mujeres
en una sociedad anónima es lo que retrata MUS.A.S ya desde el título, teniendo
como objetivo central la reivindicación de la cultura y del papel que la
mujer va jugando en ella, de cómo va
abriendo una brecha para sí misma y para las mujeres futuras.
Calíope,
musa de la elocuencia y de la poesía épica, representada en la Antigüedad con
corona de laureles, libro, tablilla,
estilete y una trompeta, la encontramos aquí vestida con una majestuosidad distinta: envuelta en abrigo de marca y con cabeza de
flor, como mujer anónima silenciada a pesar de sus conocimientos, y junto a
ella un trompetista negro, recordándonos
a los marginados por el color de su piel hasta no hace tanto; unas
pastillas de caldo de gallina, en blanco
y negro, flotan en el ambiente.
Clío, musa de la historia, cambia laureles
por el triangulo de una divinidad que le
fragmenta la cabeza; y en vez de un pergamino expone el tronco de su
cuerpo con signos alfanuméricos, cual Columna Trajana que llevara escrito lo
vivido junto a un notorio reloj de pulsera –sustituyendo a la clepsidra–,
avisando del paso del tiempo.
Erato, musa de la poesía amorosa, en vez de cítara o lira posa con radio casete, mostrándose con un cuerpo diez, con cabeza de berza… ¿identidad anulada?
Y así en las restantes protectoras de las
artes y las ciencias: Euterpe,
Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y
Urania, que se nos muestran entre objetos cotidianos, seriadas o
codificadas con el sistema alfanumérico,
emulando un código de barras que incide más todavía en esa semejanza que se les
quiere imponer por una parte de la sociedad que no las quiere en su
creatividad sino en silencio y sumisión.
La
exposición cuenta, además, con seis instalaciones en las que podemos ver
rostros enmudecidos por aspas, señalando
la negación de los derechos que sufren masivamente las mujeres de
determinados países; la necesidad de que busquemos ese hilo musical propio que
nos depara energía en nuestra vida
a través de una intervención practicada con hilo y auriculares en una escultura de Marian García
Arroyo; palabras de actividad inspiradas desde la
“mousiké” del alma, sugeridas por vinilos esparcidos
al pie de un tocadiscos; bombillas
que nos advierten de que debemos de estar al tanto de las ideas
brillantes que se nos encienden, para no dejarlas escapar sin haberlas
escuchado y aprehendido su mensaje para ponerlo en activo; latas de conserva en la cocina, que no encierran Mierda de artista,
como las de Piero Manzoni, sino Inspiración
en conserva para que no se evapore sin fructificar y poder echar
mano de ella en cuanto se necesite; cedés dando cuerpo a un lago de música como
el mejor espacio para sobrevolar reflejándose...
Y
es que la música está muy presente en esta muestra –suena la de Satíe en la
casa nº 10–, reuniendo una retrospectiva de sus trabajos como los
pertenecientes a Discopatía, en los
que podemos ver excelentes collages con
técnica mixta en la que la artista nos habla de la «patología» a la que puede llegar el (su) cerebro cuando no puede desconectarse de
la música, pasando esta a ser la columna vertebral que articula la vida.
Discos
de vinilo, recortes de imágenes en papel delicadamente seleccionadas, acrílicos
y esmalte sintético, además de cinta de casete, de puntilla para adornar a una
luna sobre la que mecerse, un single sobre el que “ella baila sola”… Estética con poesía unas veces, otras con
humor y otras con denuncia.
En
cuanto a la técnica digamos que es muy depurada, con limpieza en los recortes
que descansan, en muchos de los cuadros allí expuestos, sobre
un lecho de pintura con una utilización del acrílico y del esmalte
sintético que definen perfectamente la sensibilidad de esta artista; el empleo
de los rojos nos adentran en la vitalidad que habita en la fuerza de la sangre,
sosiego en los azules, equilibrio en los verdes, y
calidez en los dorados que dibujan a su libre albedrío lunas llenas…
Muchas historias que conocer en esta exposición –comisariada por Joaquín Salmerón, director del Museo de Siyâsa–, metáforas visuales que disfrutar, sonrisas que aflorar, reconocimientos que tener presentes…silencios y luchas, la música como beneficio y pasión, y más temas anexos en esta exposición de los que Miriam Martínez Abellán, profesora de Música de Secundaria y licenciada en Historia del Arte –confesa admiradora de la obra de Hannah Höch (1889-1978) y de Leonora Carrington (1917-2011)–, comparte a través de guías didácticas escritas y orales que enriquecerán la visita de espectadores de todas las edades. Algo imperdible, de veras.
Más información sobre Miriam Martínez Abellán Aquí
© R. Campos Gómez
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