martes, 30 de diciembre de 2014

LOS LIBROS QUE MÁS ME HAN CONMOVIDO EN 2014


Jesús A. Salmerón Giménez

“(..) sólo debería leerse aquellos libros que nos muerden o nos pican. Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leer? (…)”.

Fran Kafka


A pocos días de finalizar 2014, conviene hacer una revisión anual de las lecturas: he repasado uno a uno los libros de los que he hablado este año y he seleccionado aquellos de los que guardo una emoción más viva,  es decir, no aquellos con los que más he disfrutado, sino los que más me han conmovido (lo que, como sabemos,  no siempre coincide): Los libros que me han pegado al modo de aquella hacha de Kafka, capaz de romper el mar helado que lleva uno dentro. 


Ilustración de Quint Buchholz



 * Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes. Una de las mayores felicidades que me deparó el año fue la lectura de este libro. Como conté aquí en NOTAS, después de rastrear indeciso entre las últimas novedades de  los escaparates de las librerías, hice una desganada rebusca en mi modesta biblioteca y encontré un libro de una  colección de kiosco de RBA de los años noventa:  lo hojeé –con cierta indolencia, todo hay que decirlo- y no pude dejar de leerlo (asomó el hacha que rompe el hielo interior): se me humedecieron los ojos,  rompí a llorar desconsoladamente; tal fueron, ante la calidad y la fuerza de lo leído, las intensas emociones suscitadas por la lectura de este magistral monólogo, en el que un hombre que se dirige a su hija para desgranar sus recuerdos más íntimos con Ana, la protagonista de esta hermosa novela, su esposa  trágica y prematuramente muerta. Como escribí: Un bellísimo retrato, un luminoso lienzo de los sentimientos, Señora de rojo sobre fondo gris es una novela impresionante sobre el amor y la honda tristeza de la pérdida de la persona amada: "Una mujer que con su sola presencia aligera la pesadumbre de vivir". ¿Puede decirse de alguien algo más hermoso? ¿Se puede escribir un libro más admirable?



* Limónov, de Emmanuel Carrère. Este libro lo acabé perturbado. Me impactó como un meteorito de emociones –devastador, profundo-. Es una novela -de no ficción, como definió el género que se sacó de la manga el gran Truman Capote- magnífica: el talento de Emmanuel Carrère puesto al servicio de un personaje desmesurado, único, contradictorio, sobre el fondo del país de las maravillas de la Rusia de los últimos 50 años.
Así nos lo presenta el autor: "Eduard Limónov no es un personaje de ficción. Existe.
Yo lo conozco. Ha sido granuja en Ucrania, ídolo del undergroundsoviético bajo Bréznev,  mendigo y después mayordomo de un millonario en Manhattan; escritor mimado en París, soldado perdido en la guerra de los Balcanes, y, ahora, en el inmenso burdel del poscomunismo en Rusia, viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desperados. Él se ve como un héroe, pero también se le puede considerar un cabrón: yo por mi parte no me atrevo a juzgarlo”.

Un hombre inverosímil en un país desmesurado (o viceversa). Un libro memorable.




*Nueva York después de muerto, de Antonio Hernández. (“Y, apréndetelo bien,/ que no se escribe, se ama/ con gozo y sufrimiento. Y ese es el corazón”). En estos tiempos convulsos no está de más tornar a la poesía ("la poesía es la máscara que nos descubre"). La poesía valiente, comprometida con su tiempo ("palabra en el tiempo" machadiana). Nueva York después de muerto es un libro que nos lleva a terrenos no hollados por la literatura española: nos emociona, nos sorprende, nos coloca de bruces frente al  misterio. Es un homenaje a Luis Rosales, a Federico García Lorca, a la ciudad de Nueva York... Es una mezcla audaz de todos los géneros: narración, verso libre y clásico, ensayo y crítica, diálogo moral…
 Un enorme poemario (Premio Nacional de Poesía 2014); un autor único; un libro emocionante, estremecedor: uno de los más hermosos e iconoclastas que he leído en los últimos años.




* Stoner, de John Williams. ("Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado". Tom Hanks”).  Una novela intensa, conmovedora, sobre la mediocridad de la vida, pero también un canto a su esplendor, un elogio a la integridad de las personas frente a las pequeñas -y a las grandes- miserias: el estoicismo atravesando el estólido caudal de los días y las noches... Una obra maestra que ha permanecido ignorada durante demasiado tiempo.



* Por cuenta propia, de Rafael Chirbes. (“Ya sé que un libro no tiene la solidez de una casa, pero en Moscú quedan pocas casas de las que se construyeron cuando Tolstoi vivía, y de la vieja Alexanderplatz berlinesa qué quedaría de no ser por el libro de Döblin. Me digo que puedo discutir sobre la resistencia de los materiales con los obreros del bar, porque una casa y un libro son expresiones de la sorprendente dureza interior que guarda ese frágil animal humano al que cualquier accidente tumba”). Este fragmento de connotaciones bretchianas lo leyó Chirbes en Blanca, en la Fundación Pedro Cano, este año, y fue realmente emotivo escuchar de boca del gran escritor esta oda al libro como producto del trabajo; así como su afirmación de que las páginas que dedica a La Celestina en este ensayo literario se encuentra entre lo mejor que ha escrito. Una tarde memorable, que me "empujó" a la lectura de este libro enormemente estimulante escrito por un espíritu libre y crítico, que cumple con creces el objetivo que señalaba Bergamín a la literatura: inquirir verdad.



* Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco. Esta novela corta de José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939, Las batallas en el desierto ha sido para mí una de las grandes sorpresas lectoras que me ha deparado 2014: una extraordinaria obra en prosa de un autor al que suele citarse sólo como poeta, y que nos regala aquí una luminosa narración de doce capítulos breves: una gran evocación de los años de la infancia, la del protagonista, Carlos, niño de barriada pobre, en la Ciudad de México del tiempo que siguió a la Segunda Guerra Mundial: años de grandes carencias y privaciones bajo la presidencia de Miguel Alemán, “vendedor de humo de una idea de progreso y bienestar social que chocaba de frente con las condiciones reales de vida”. Las batallas en el desierto  nos engancha desde el inicio. José Emilio Pacheco resulta cristalino y auténtico: una prosa limpia –de aliento poético-, una elegía a la ciudad antigua, el retrato de una época, la nostalgia de un hombre que recuerda su primer amor no correspondido cuando era  un niño… Uno de los libros más hermosos que he leído en los últimos años. ¿Hay quien dé más?



Por último, el recordatorio de la lectura de un clásico. Como saben todos aquellos que hayan seguido estas colaboraciones en Notas (¡¿eh, hay alguien ahí?!), Los ensayos de Montaigne representan para mí una guía para la vida: es una lectura continua y atemporal, con la que paso horas enteras. Os digo: "Leed a Montaigne...Os tranquilizará". Pero también: "Leedlo para vivir".




              Feliz Año 2015, amigos. (Leyendo y, al tiempo, caminando).



© Jesús A. Salmerón Giménez

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