Antonio Gómez Villa
En
términos sociales ambos conceptos son contrarios. Hacer un estudio evolutivo de
su significado a lo largo de la historia, daría prácticamente para toda una
tesis doctoral. Y no es el caso.
Un
elemento a tener en cuenta es el significado que para las derechas tienen las
izquierdas y viceversa. Y esto último es lo que tiene al personal descolocado.
Formaciones otrora de izquierdas pero que realizan en la actualidad una
política económica de derechas, o movimientos y personalidades de derecha que
son referente hoy de una política de solidaridad…¿dónde las encuadramos
actualmente?[1].
A
lo largo de los tiempos la derecha ha llevado siempre la iniciativa y se ha
apropiado de términos tales como el orden y la paz, la tradición, el sentimiento
cristiano, la defensa del concepto de familia. Al amparo de esta coartada ha
conseguido el poder para la defensa de sus intereses y ha confeccionado una
sociedad donde prevalece la persona capaz de crear riqueza por su inteligencia
y esfuerzo. Dicho todo, evidentemente de manera simplista. La izquierda, por el
contrario, ha ido siempre a remolque apareciendo como un movimiento defensivo,
recibiendo los calificativos contrarios a la sociedad anterior, caos,
violencia, ateísmo, terrorismo, sinrazón. Y por todo ello ha pagado un alto
precio.
Escuchamos
en la prensa mensajes intencionados de que hoy ambos conceptos están superados.
Craso error. El objetivo es confundir al personal. Y es otra batalla a librar
en el marco del mundo global de hoy. Se trata de difundir la idea de que no
existen otras diferencias que el esfuerzo personal de cada uno en la vida para
explicar el ritmo de la evolución social[2].
Otra
cosa bien distinta es la percepción de quién es cada cual. Las clases sociales
existen y existirán siempre. El problema es que los perfiles cada vez son menos
nítidos y hoy esta lucha es tan compleja que resulta complicado diferenciar. Es
como preguntarse si existe el capitalismo. Claro que existe, pero no el
capitalismo de
principio
de siglo, sino una evolución hacia otro tipo de capitalismo caníbal donde se
crean superestructuras de lucha feroz por intereses de enriquecimiento brutal y
donde el control de la sociedad es el objetivo para tal fin. El papel de los
massmedia[3] sigue siendo fundamental
para ello, pero incluso ya no es tan determinante. Aparecen nuevas herramientas,
algunas invisibles y desconocidas, cuya misión es el control social a los
mayores niveles posibles[4].
En
todo este maremágnum asistimos atónitos a noticias que en otra época nos harían
sonrojar Hoy parece formar parte natural de ese mundo que nos están fabricando
de forma artificial pero al mismo tiempo muy eficiente. Noticias como los
escándalos financieros, el más reciente, el del Sr. Puyol, Eres de Andalucía,
el caso Gürtel y tantos y tantos otros de una lista interminable de corrupción,
se suceden ante los ciudadanos como algo natural y es que el denominador común
es la “impunidad”. No existe justicia
para esto[5]. Todos son iguales, oímos.
Los mensajes subliminales que de ello se desprenden son harto elocuentes.
En
esta nueva situación, la crisis económica se explica como elemento de reparto
de la riqueza de siempre. Los ricos, más ricos y los pobres, más pobres. En
países con inexistentes estructuras económicas como España, las consecuencias
han ahondado más en el aumento de las desigualdades sociales y de pobreza y las
familias han sufrido en sus carnes la tragedia. Ello ha llevado a una
indignación social cuyo alcance no se conoce y está poniendo nerviosos a los
centros de poder. Las últimas elecciones europeas han sido un toque de atención
a pesar que la situación electoral está perfectamente controlada[6].
Luego
están las contradicciones de vivir en esta sociedad a la que nadie es ajeno. La
corrupción nos rodea y de una u otra forma, participamos de ella. La educación
recibida condiciona[7]
igual que la sociedad de consumo. Así que ser de izquierdas o de derechas
parece trasnochado y hoy mola el de ser progresista que reivindican tanto unos
como otros.
Pero
los términos siguen teniendo validez. La derecha lucha por mantener sus
privilegios. Es a lo que están acostumbrados. Usan todos los medios a su
alcance que son la mayoría de un concepto de Estado que es como un guante perfecto para
esa defensa. La izquierda necesita de una transformación social para participar
en el reparto de la riqueza hacia una sociedad más igualitaria. Y eso cada vez
es más difícil porque cualquier transformación social o es una revolución
violenta[8] o es producto de una
conciencia social que sólo se consigue mediante la educación. Por eso es tan
importante el control de ésta y ello explica el ataque sistemático hacia la
Escuela Pública.
En
definitiva ambos términos son antagónicos y siguen teniendo validez en una
lucha permanente por el poder. Desde un punto de vista histórico, el partido se
salda, sin paliativos, con goleada por parte de la derecha.
[1] ¿Es el PSOE un
partido de izquierdas, cuando en sus estatutos se abandona el socialismo y se
sustituye por la socialdemocracia; y a cuyos dirigentes al llegar a la
Presidencia del Gobierno, no les duelen prendas en practicar desde una
reconversión salvaje de sectores productivos del país hasta una reforma laboral
que priva de derechos sindicales elementales a los trabajadores? Por otro lado,
Los movimientos o personalidades de la Iglesia tales como el de Liberación,
Mensajeros de la Paz, Cáritas, la Madre Teresa de Calcuta, ¿pueden ser
considerados de derechas?
[2] Y esto mismo con
ser fundamental, no depende exclusivamente de cada uno de nosotros, sino que
está supeditado a la política social que se practique de integración o exclusión
social, de igualdad de oportunidades, de acceso a los medios de producción y un
largo etc.
[3] Grandes medios de
comunicación de masas.
[4] Sociedades
económicas secretas, el planeta global de internet, sistemas de satélites con
misiones muy específicas, el mundo de la guerra y todo lo que se mueve en torno
a la fabricación y venta de armas, los centros supranacionales de poder, el
capital multinacional, la pérdida de poder de los gobiernos en el control de la
emisión de moneda y un largo etc.
[5] Y ello sin hablar
de las sociedades que se dedican a la estafa y al robo sin que ningún gobierno
se atreva a meterles mano. Sirva el ejemplo de las empresas de telefonía en las
que cada vez es más difícil encontrar a un ciudadano que no las haya sufrido.
[6] Leyes electorales
tales como el voto no proporcional, la representación de territorios frente a
sus poblaciones, las circunscripciones electorales, los correctivos como la ley
D´Hont, etc., hacen prácticamente inviable una representación democrática de la
sociedad. Es la consagración del sistema bipartidista, de facto, aliados del
poder.
[7] Es curioso
constatar como sindicalistas se pliegan ante la reivindicación de la mujer de
“a igual trabajo, igual salario”, por ejemplo. Y es que la educación machista
pesa, aunque uno sea un dirigente de izquierdas.
[8] Para la que se
tienen que dar unas condiciones sociales muy extremas y que una vez producidas
suelen fracasar pues dependen del componente social de las élites que las
dirigen. La historia más reciente así nos lo confirma.
© Antonio Gómez Villa
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