Rosa Campos

Anteriormente su obra poética ha sido distinguida con el
Premio de Poesía `Enrique Rius Zunón´ (1983) por Voces de
la Espera, al que sigue La réplica de
las sombras, Accésit premio Albacara de Poesía 1985. Las
manos transparentes fue Mención
Honorífica en el Certamen Internacional de Poesía `Ciudad Miranda de Ebro´ en
1996. Ha sido finalista en los premios de poesía `Vicente Gaos´; `Alegría´, de
la Fundación José Hierro; `Rosalía de Castro´, de la Casa de Galicia en
Córdoba, y `Ateneo Jovellanos´, de Gijón.
Impulsor de las jornadas literarias `Calasparra Poética´, ha
participado con la lectura de sus poemas en diversos recitales y actos
poéticos, entre los que cabe mencionarse: `Ardentísima´, Los Jueves de Julio
(organizados por la Universidad de Murcia),
`Jornadas de Poesía sobre el Segura ´(Museo de Siyâsa, Cieza), `Trasnochando´
(Museo de la Ciudad, Murcia), `Fiesta literaria´ con Amigos de la Lectura, en
el Casino de Murcia, los `Lunes
literarios´ (Café Zalacaín), etc.
Durante dos años sus artículos han aparecido de manera
regular en el periódico de El Noroeste.
La biografía de P. A. Martínez Robles está
formada por Voces de la espera. Poesía
(1984), Voces penúltimas. Antología
de nueve poetas murcianos. Poesía (1986), Las
manos transparentes. Poesía (2002), La
llaga presentida. Poesía (2004), La Chachagüí. Narrativa. (Libro de semblanzas)
(2007), El ámbito de la luz. Poesía
(2014).
Compartimos una breve muestra de su obra:
TRÁNSITO, de Voces de la espera
Detrás el ruido.
El incesante alboroto de una aurora desangrada.
Delante el mármol
virtuoso y helado del silencio.
Detrás la carga
de los días sopesando en el espacio
el dolor de las horas.
Delante
la rosa negra, marchita,
de la ausencia sin contornos ni durezas,
blandamente.
En medio el vértigo...
HERIDO BARRO (que dedica a María José, su esposa) es un poema que forma parte de La llaga presentida (donde también hallamos poemas que destina a sus
hijos, Isabel María y Eliezer), de el extraemos los
siguientes versos:
(…)
Podría decir que somos
arcilla para amar, herido barro,
pecado hermoso y dulce de la carne
buscando permanencias.
Más nada sé del hombre que me habita
y tú eres un misterio
más ancho y más profundo cada día
que finge , sin quererlo, transparencias.
No hace falta memoria para amarte,
me basta tu presencia.
(…)
Así como los dos siguientes poemas:
AUTORRETRATO RECURRENTE
Tal vez sea necesario
que inicie una vez más este poema
para tratar de averiguar quien soy:
...Viene la luz desde la calle y toca
suavemente mi frente.
Respiro. Son las siete.
Abro los ojos: una cebra inunda,
gris y blanca, mi cuarto.
Siento mi pulso. No.
Respiro. No es mi pulso lo que siento;
es el reloj.
Me palpo los bolsillos del pijama;
no encuentro el corazón.
Abro los ojos
un poco más.
Respiro nuevamente. Ahora percibo
con toda claridad
mi pulso en la mesilla.
Con una mano inicio
lentamente los ritos de la vida
y perezoso toco
mi inconmovible corazón de cuarzo.
y
LA HERENCIA
Inexplicablemente, como
todos
los atroces actos que cometemos,
golpee a mi perro sin
piedad alguna
por un simple destrozo en las dalias del
jardín.
Tal vez mi ciego impulso obedeciera
al hecho irrefutable
de ver tanta belleza mancillada
por un extraño ser que no comprende
los daños que ocasiona y mucho menos
el severo castigo que le inflige
quien finge amarlo y lo acaricia a veces
y vierte cada día a manos llenas
en su plato los dones
de la vida.
En un extremo del
jardín mis hijos
mirábanme con desolados ojos,
pues no podían, a caso, comprender
tanta violencia. En ese mismo instante
una tarde lejana
afloró con su herida en mi memoria,
pues recordé a mi padre
en un acto semejante
y yo igualmente lo
miraba
desde un rincón con doloridos ojos.
Caerán los años
y –¡quién sabe!– tal vez el tiempo torne
mucho más vulnerable mi
conciencia,
pero habrá de ser ya irremediable
que la dureza instale
su ceguera
en los vírgenes ojos de mis hijos
y ellos también, con desabrido gesto,
descarguen su impotencia
sobre un perro
y atónitos sus ojos lo contemplen.
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